Inspirado en "Jesus Camp", un documental sobre el cristianismo evangélico en Estados Unidos, que me dejó tan mal cuerpo como al resto de los que lo vieron conmigo.
Lo que yo digo, la ignorancia es el arma más poderosa de los gobernantes...
-------------------------------------------------------
Susana se levantó quince minutos antes de que sonara su despertador. Genial, se dijo, así podría ojear Internet un rato antes de vestirse y salir para el Oficio. Quién sabía si el Profeta no habría hecho otra de sus apariciones mediáticas; ella se preciaba de estar siempre al día, y no podría permitir que alguno de los feligreses mostrase más sabiduría que ella. No podía dejar que se cuestionara su autoridad al mando de aquella Iglesia.
Hernán levantó los brazos al aire, presa del éxtasis de la oración. Apenas oía los atronadores acordes de Ópera que sonaban por los altavoces, tan profunda era su meditación. Escuchaba las palabras del ministro, interiorizando cada una de ellas, cuando le sobrevino el primer espasmo. A través de sus ojos cerrados, por un instante había vislumbrado una pradera. Se esforzó por volver a verla, aspirando con fuerza el aire cargado de hachís del Templo, y los espasmos volvieron, esta vez con más fuerza. Cayó al suelo entre los feligreses, que gritaron llenos de regocijo al ver a uno de los suyos en tan profunda comunión con el Altísimo, y le abrazaban y acariciaban mientras él era presa de la felicidad más profunda.
Aquella mañana Pedro estaba muy nervioso. Le habían citado para otra entrevista en directo, precisamente la periodista que lideraba el movimiento anti-idólatra. Era una mujer segura de sí misma e inteligente que ganaba seguidores día a día, denunciando a los falsos dioses con sermones tan inspirados que casi parecía que fuese uno de ellos. Precisamente esa iba a ser la baza de Pedro, aunque naturalmente, ella esperaría ese ataque, y estaría preparada para contraatacar. Pese a ser una mujer, había sido instruida en las ciencias antiguas, y su mente era mucho más rápida que la de él. Pero él era el Profeta, se repitió. No debía tener miedo, miles y miles de seguidores le apoyarían, dijera lo que dijese aquella mujer. Esos borregos atacarían a cualquiera que osase insultarle a él, aunque blandiese la prueba irrefutable de que era un farsante ante sus ojos.
Tranquilizado por ese pensamiento, entró en el plató.
Laura desayunó tranquilamente mientras repasaba el examen, y al terminar guardó el cuaderno en la mochila y se fue al colegio paseando tranquilamente, si bien con cuidado de tomar calles poco transitadas. En una esquina no pudo evitar toparse con un grupo de adolescentes Inmalistas, pero sólo se mofaron de ella al verle la mochila a la espalda. Quizá debería comprar un e-book para llevar los libros y apuntes, se planteó. Así no sería tan evidente que no pertenecía a ninguna iglesia.
Nerea levantaba la pancarta todo lo alto que sus brazos le permitían. La manifestación de aquella mañana había sido todo un éxito, había asistido casi el doble de la gente que se esperaba. Parecía que la comunidad del Espíritu de la Grande por fin empezaba a reconocerse como iglesia independiente. Como casi todos los oficios, la manifestación iba acompañada de música, y el opio flotaba en el aire para ayudar a los feligreses a entrar en comunión con la Elegida. Nerea no terminaba de creerse todo aquello, pero no dejaba de ser divertido pasar el día colocado de opio y sin tener que atender obligaciones como el trabajo o la casa. Sus padres no lo aprobaban, naturalmente. Ella era Inmalista de vocación, pero la muy carca no se daba cuenta que aquella iglesia tenía los días contados. Pronto se uniría a cualquier otra, puede que a la suya, o a alguna de las que se formasen el año siguiente.
Y su padre... su padre era una de esas reliquias que no adoraban a ningún profeta, y que aún pensaba que la educación y la diversidad eran importantes. Menudo tonto. ¿Quién necesitaba aprender, cuando todo lo que se tiene que saber sale de labios de algún profeta? Y además, ¿no le bastaba a su padre con la diversidad de iglesias? ¿Qué era esa estúpida "diversidad" de la que hablaba, si no era esa?
Quién sabía. En aquel mundo todos estaban locos de remate, fue lo último que pensó antes de entrar en trance.
Laura no contaba con cruzarse con una manifestación. Se había convertido en la moda que las pequeñas sectas, para conseguir seguidores, organizasen manifestaciones con cierta frecuencia, pero Laura estaba segura de haber mirado el panfleto de horarios, y aquella marabunta de gente no debía haber estado allí.
Preocupada por si alguien la veía con la mochila, y aún más por llegar tarde al búnquer del colegio, atisbó entre la masa de gente enloquecida una cara familiar. Levantó la mano para llamar su atención, pero su hermana estaba demasiado drogada para reconocerla, aunque se la quedó mirando un rato antes de seguir su camino. Decepcionada, se alejó de allí; el humo estaba comenzando a marearla, y esperar a que se despejase la calle no iba a ser una solución. Mejor daba la media vuelta e intentaba rodear la manifestación para llegar a clase, eso sería lo más seguro.
Lo que yo digo, la ignorancia es el arma más poderosa de los gobernantes...
-------------------------------------------------------
Susana se levantó quince minutos antes de que sonara su despertador. Genial, se dijo, así podría ojear Internet un rato antes de vestirse y salir para el Oficio. Quién sabía si el Profeta no habría hecho otra de sus apariciones mediáticas; ella se preciaba de estar siempre al día, y no podría permitir que alguno de los feligreses mostrase más sabiduría que ella. No podía dejar que se cuestionara su autoridad al mando de aquella Iglesia.
Hernán levantó los brazos al aire, presa del éxtasis de la oración. Apenas oía los atronadores acordes de Ópera que sonaban por los altavoces, tan profunda era su meditación. Escuchaba las palabras del ministro, interiorizando cada una de ellas, cuando le sobrevino el primer espasmo. A través de sus ojos cerrados, por un instante había vislumbrado una pradera. Se esforzó por volver a verla, aspirando con fuerza el aire cargado de hachís del Templo, y los espasmos volvieron, esta vez con más fuerza. Cayó al suelo entre los feligreses, que gritaron llenos de regocijo al ver a uno de los suyos en tan profunda comunión con el Altísimo, y le abrazaban y acariciaban mientras él era presa de la felicidad más profunda.
Aquella mañana Pedro estaba muy nervioso. Le habían citado para otra entrevista en directo, precisamente la periodista que lideraba el movimiento anti-idólatra. Era una mujer segura de sí misma e inteligente que ganaba seguidores día a día, denunciando a los falsos dioses con sermones tan inspirados que casi parecía que fuese uno de ellos. Precisamente esa iba a ser la baza de Pedro, aunque naturalmente, ella esperaría ese ataque, y estaría preparada para contraatacar. Pese a ser una mujer, había sido instruida en las ciencias antiguas, y su mente era mucho más rápida que la de él. Pero él era el Profeta, se repitió. No debía tener miedo, miles y miles de seguidores le apoyarían, dijera lo que dijese aquella mujer. Esos borregos atacarían a cualquiera que osase insultarle a él, aunque blandiese la prueba irrefutable de que era un farsante ante sus ojos.
Tranquilizado por ese pensamiento, entró en el plató.
Laura desayunó tranquilamente mientras repasaba el examen, y al terminar guardó el cuaderno en la mochila y se fue al colegio paseando tranquilamente, si bien con cuidado de tomar calles poco transitadas. En una esquina no pudo evitar toparse con un grupo de adolescentes Inmalistas, pero sólo se mofaron de ella al verle la mochila a la espalda. Quizá debería comprar un e-book para llevar los libros y apuntes, se planteó. Así no sería tan evidente que no pertenecía a ninguna iglesia.
Nerea levantaba la pancarta todo lo alto que sus brazos le permitían. La manifestación de aquella mañana había sido todo un éxito, había asistido casi el doble de la gente que se esperaba. Parecía que la comunidad del Espíritu de la Grande por fin empezaba a reconocerse como iglesia independiente. Como casi todos los oficios, la manifestación iba acompañada de música, y el opio flotaba en el aire para ayudar a los feligreses a entrar en comunión con la Elegida. Nerea no terminaba de creerse todo aquello, pero no dejaba de ser divertido pasar el día colocado de opio y sin tener que atender obligaciones como el trabajo o la casa. Sus padres no lo aprobaban, naturalmente. Ella era Inmalista de vocación, pero la muy carca no se daba cuenta que aquella iglesia tenía los días contados. Pronto se uniría a cualquier otra, puede que a la suya, o a alguna de las que se formasen el año siguiente.
Y su padre... su padre era una de esas reliquias que no adoraban a ningún profeta, y que aún pensaba que la educación y la diversidad eran importantes. Menudo tonto. ¿Quién necesitaba aprender, cuando todo lo que se tiene que saber sale de labios de algún profeta? Y además, ¿no le bastaba a su padre con la diversidad de iglesias? ¿Qué era esa estúpida "diversidad" de la que hablaba, si no era esa?
Quién sabía. En aquel mundo todos estaban locos de remate, fue lo último que pensó antes de entrar en trance.
Laura no contaba con cruzarse con una manifestación. Se había convertido en la moda que las pequeñas sectas, para conseguir seguidores, organizasen manifestaciones con cierta frecuencia, pero Laura estaba segura de haber mirado el panfleto de horarios, y aquella marabunta de gente no debía haber estado allí.
Preocupada por si alguien la veía con la mochila, y aún más por llegar tarde al búnquer del colegio, atisbó entre la masa de gente enloquecida una cara familiar. Levantó la mano para llamar su atención, pero su hermana estaba demasiado drogada para reconocerla, aunque se la quedó mirando un rato antes de seguir su camino. Decepcionada, se alejó de allí; el humo estaba comenzando a marearla, y esperar a que se despejase la calle no iba a ser una solución. Mejor daba la media vuelta e intentaba rodear la manifestación para llegar a clase, eso sería lo más seguro.
jooooder. Manda huevos, leñe.
ResponderEliminarYa te digo. Uno no termina de creerse que sea cierto, pero lo es ._.
ResponderEliminar