Los manuales son para los débiles

Resulta curioso que escriba esto justo tras la entrada en la que admito que un manual en concreto me resultó útil. Pero soy mujer, contradecirme de una frase a otra es una de mis prerrogativas. Que si resulta que después de todo no era tan diferente al resto de mujeres, pues qué tontería no beneficiarme de las ventajas de ser lerd... mujer, verdad?.

Esta entrada no es realmente graciosa, es sólo un chiste privado. Pero me apetecía escribirla.

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Mi amiga Trini se ha unido a la moda de los JASE (jóvenes aunque sobradamente emancipados), y ayer me invitó a ver su casa después del trabajo. La casa es una cucada, ya le he dicho que mejor no la pierda de vista que igual un día se despierta y se encuentra que me he llevado la casa. Lo que más me ha molado ha sido el orden de prioridades en que la está amueblando: Salvo los muebles que ya estaban, está prácticamente vacía. Sólo ha puesto una cosa en las estanterías del salón.

Un tomo de Sandman.

Para cenar sacó una pizza cuatro quesos y le echó unas lonchas de pavo por encima, cortó queso, y abrió un brick de gazpacho (uhm.... gazpaaaaachoooo...). Pero claro, la muchacha lleva viviendo sóla menos de una semana, y el microondas que hay en su cocina tiene muchos botones...

"¿Y sabes usar el microondas?"

"Bueno, caliento el café en él por las mañanas."

Eso me hizo pensar en la invención del microondas. El supuestamente más revolucionario invento del siglo veinte, que iba a cambiarles la vida y la concepción de la cocina a las amas de casa, y resulta que sólo se usa para calentar el café por las mañanas. Eso sí, todo el mundo tiene uno. Menos mal que al menos no son muy caros.

Mi amiga mete la pizza en el microondas, y observa los botones.

"Aquí hay una pizza, debe ser este"

Y comienza a pulsar botones y a darle a una rueda.

"¿Cuánto tiempo lo ponemos, tres minutos?" Dice, mientras gira para un lado y otro la ruedita. De pronto se pone seria y le da a cierto botón.

"Quita, que eso es la potencia"

"¿Y cómo lo sabes?"

"Bueno, no creo que doscientas noventa horas sea un buen tiempo para calentar una pizza"

Bueno, en teoría es posible. Pero eso desbarataría la principal ventaja del microondas. Y sería muy largo esperar a que se hiciera la cena, no hay tantos capítulos de Lost para matar el rato.

Al final mi amiga decidió pasar del botón de la pizza, y programar el microondas como cuando se calienta un café. Dos minutos después, mágicamente, la pizza está comestible.

"Uhm... está muy blandita, voy a ponerla un poco más"

"¿Me dejas darle a los botones a mi?"

"Vale"

"Mira, este es el botón para cambiar de modo, ¡lo he encontrado! Ya está calentando"

"Eh... ese es el botón de cancelar"

"No jodas" Movimiento ninja hacia ese mismo botón para evitar la total destrucción de la pizza.

"Uhm... y esta rueda?"

Se enciende una luz dentro del microondas.

"Anda mira, has encontrado el grill!"

Mientras se hacía la pizza, recordé que había pasado por algo parecido la primera vez que intenté calentar algo en el microondas de mi casa - espero que mis nuevas compañeras de piso sepan usar el suyo y me enseñen -. Qué rabia, pensé, porque ahora los microondas no son nada fáciles de descifrar, con todos esos botones y ruedas. ¿Y si te equivocas y le das al botón de autodestrucción, o al que lanza los misiles de napalm hacia Moscú? Es demasiada responsabilidad. Ojala la dueña hubiera dejado el manual...

Un momento, ¿y estos papeles sobre el microondas?

...

"Es divertido averiguar cómo se usa el microondas dándole a todos los botones, ¿que no?"

"Sí, si le das a las combinaciones suficientes, seguro que terminas deduciendo para qué sirve cada uno"

"Sí, porque para qué vamos a leernos el manual... que está justo encima del microondas, cuando se puede pulsar botones al azar?"

Pausa significativa. Nos miramos con cara de no saber si ponernos a reír o a llorar.

"Pues claro. ¡Los manuales son cosa de mujeres!"

"Seh, ¡los manuales son para los débiles!"

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