Ir al contenido principal

En el trabajo

Presiono Alt-tab para que la ventana con el editor de textos desaparezca de la pantalla, mientras oigo las suelas de goma de los zapatos de mi jefe deslizarse por el suelo de su despacho, acercándose a la puerta que comunica con la sala donde yo trabajo.
Intento recordar qué estaba haciendo la última vez que esto sucedió, porque en cuanto mis jefes dejan de tener a tiro mi monitor, me pongo a editar mi curriculum y a enviarlo, como si de spam se tratara, a cualquier empresa susceptible de contratarme.
Hago uso de mi ya bastante anquilosada verborrea, don de gentes, capacidad de convicción y talla 95B de sujetador, para hacerle ver a mi jefe que estoy ensimismada con la mierda de trabajos que me asignan una vez él, otra vez mi otro jefe, en ocasiones los dos a la vez, y a veces los clientes descontentos cuyas quejas tengo que recibir yo, cual contenedor de desechos.
Soy la única mujer de la empresa. Eso no es un problema, y en mi último trabajo lo veía más como una ventaja. Pero aquí me siento extraña, ajena. Me miran con duda en sus ojos, convencidos de que no soy capaz de hacer lo que en mi opinión podría llevar a cabo un niño de pecho... Nunca me he sentido más "mujer" que ahora... No sé si me explico.
Es como un infierno atemporal. Me veo obligada a vivir en él ocho horas cada día, pero los dioses saben que si no fuera porque es estrictamente necesario, preferiría trabajar de barrendera a estar sentada en esta asquerosa silla en este almacén reinventado en oficina, escribiendo línea tras línea de sinsentidos en un programa que otros han escrito y nadie se ha molestado en explicarme.
Escribir sinsentidos en el programa que otros han escrito y nadie se ha molestado en explicarme... que ironía... Pues no es esa la historia de mi vida?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Los manuales son para los débiles

Resulta curioso que escriba esto justo tras la entrada en la que admito que un manual en concreto me resultó útil. Pero soy mujer, contradecirme de una frase a otra es una de mis prerrogativas. Que si resulta que después de todo no era tan diferente al resto de mujeres, pues qué tontería no beneficiarme de las ventajas de ser lerd... mujer, verdad?. Esta entrada no es realmente graciosa, es sólo un chiste privado. Pero me apetecía escribirla. .................................... Mi amiga Trini se ha unido a la moda de los JASE (jóvenes aunque sobradamente emancipados), y ayer me invitó a ver su casa después del trabajo. La casa es una cucada, ya le he dicho que mejor no la pierda de vista que igual un día se despierta y se encuentra que me he llevado la casa. Lo que más me ha molado ha sido el orden de prioridades en que la está amueblando: Salvo los muebles que ya estaban, está prácticamente vacía. Sólo ha puesto una cosa en las estanterías del salón. Un tomo de Sandman. Para cenar sa...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...