Ir al contenido principal

Factor decomisos

"Imagínatelo, nos recordarán durante generaciones. Igual hasta nos harán un sitio en las enciclopedias, en las páginas web, ¡en la mismísima wikipedia incluso!"

Las palabras que le convencieron. Era joven, inconsciente, tenía la sensación de que la vida estaba desaprovechando su talento, y además se aburría. Practicamente no ofreció resistencia cuando le comentaron el plan. Por supuesto que su primera respuesta fue un no rotundo; sólo si se negaba en un primer momento ganaría el protagonismo que claramente se merecía, ya que todo el mundo intentaría convencerle de que cambiara de opinión.
Cuando su ego se sintió satisfecho accedió, bien que a regañadientes, a tomar parte. El riesto era mínimo; la diversión garantizada. Y si bien no estaba del todo de acuerdo en que los autores se dieran a conocer, por posibles represalias, compartía la opinión de que aquello sería tan sonado que tardaría años en olvidarse.
Capitaneó la operación tal y como se había esperado, con rigurosidad y exactitud. Planeó qué materiales necesitarían, las cantidades exactas, las proporciones necesarias y suficientes para las reacciones químicas. Estudió en el calendario las fechas más adecuadas para poder pasar inadvertidos, aquellas en las que las posibilidades de ser perseguidos tras su actuación fueran mínimas. Se decidió por el domingo de resurrección.
No hubo contratiempos. Nadie se retrasó ni olvidó nada de lo que tenía que llevar. El montaje del dispositivo duró tres segundos menos de lo previsto. Pensó que aquello era natural: No habían dejado nada en manos del azar. Habían comprobado que la escalera de incendios era accesible, tardarían en llegar a la calle con tiempo suficiente para subir en el cercanías que pasaría tres minutos después de que salieran de allí, y tres antes de la detonación.
El factor humano, el más común por el que los planes se echaban a perder, no llegaría a manifestarse.

Una lástima que hubieran comprado el cronómetro en una tienda de segunda mano.

Un ruido ensordecedor justo sobre sus cabezas, cuando apenas habían bajado unos peldaños. Calor, muchisimo calor, tanto que la piel le empezó a quemar sólo por el contacto con el aire. La pared abombándose, despedazándose sobre ellos, enormes trozos de cemento incrustándose en las cabezas y el cuerpo de sus compañeros. Una llamarada abriéndose paso entre los pedazos de pared, los hierros retorcidos de las escaleras y los cadáveres de sus amigos, envolviéndole con brazos de fuego antes de que perdiera el sentido.

Las palabras que le convencieron fueron su último pensamiento.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una por partes (4)

Carlota abrió los ojos. Y los cerró casi de inmediato, cegada por la luz de la habitación. Tenía muchísimo calor, pero cuando intentó apartar la manta notó que no podía mover el brazo. No le dolía, pero lo tenía totalmente entumecido. Asustada, se dio cuenta de que su otro brazo y sus piernas estaban igual. Intentó mover el tronco, con el mismo resultado. Volvió a abrir los ojos, esta vez más despacio, y vio un techo y unas paredes blancas que no eran las de su cuarto. Alguien entró en su campo de visión y comenzó a acariciarle el pelo y darle besos en la frente. Parecía que hablaba, pero Carlota sólo podía escuchar un eco lejano, como si la estuvieran hablando a través de agua. La persona que la abrazaba se alejó y Carlota pudo ver que era su madre, que tenía la cara bañada en lágrimas. Intentó preguntarle dónde estaba, pero no consiguió articular ningún sonido. Su madre le puso el índice sobre los labios, como para que guardara silencio, y le dijo algo con una sonrisa llorosa....

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...