Voy caminando por la Gran Vía, y me fijo en que la mayoría de las parejas que me cruzo son de hombres besuqueandose. Siempre me ha fascinado la fauna que recorre el centro de Madrid, pero ya no me acordaba lo que me gustaba pasear por mi Gran Vía de noche. Sé que es efecto de los halógenos y las farolas, pero la acera, el asfalto y las paredes parece que tienen un brillo como de nácar, que les da un aire irreal, de cuento. Y claro, todos los cuentos tienen seres fantásticos: Los mendigos se pasean entre los transeúntes, armados con sus flautas o sus vasos de McDonalds llenos de calderilla, amedrentando a todo incauto que no les pasa de largo a la suficiente velocidad. Los heavies, reunidos como siempre frente al ya inexistente Madrid Rock, con sus peinados cardados hasta lo imposible, sus mayas y vaqueros rotos, chalecos y cazadoras, parches de grupos que pocos o ningún adolescente actual conoce, y ese aire como de estar esperando a algo que nunca llega. Los góticos, que van y vienen en parejas, en grupos o solos, luciendo sus mejores galas ante la noche, todo cuero y extravagancia, totalmente ajenos al efecto que producen en los que les rodean. Los silenciosos chinos apostados en sus cajas de cartón, cargados de bocadillos y fiambreritas de arroz, asegurándose de que a ninguno de los habitantes de aquella jungla les falte alimento. Los pijos, que nunca pueden faltar ni dejar de hacerse notar, con ese lustre que tiene la ropa cuando aún no se ha lavado por primera vez, y toda la paleta de colores en tonos pastel en sus uniformes de batalla. Los emos, cada vez más de ellos, que tampoco destacan mucho pero que hacen reír a más de uno con su manera de combinar la ropa.
Todos ellos ríen y lloran, se besan, gritan o se pelean. Como una caldera con agua hirviendo, cada uno llama la atención más que su coetáneo, grita más, corre más rápido, ríe más alto.
Y yo, que camino entre ellos, no puedo sino sentirme sobrecogida. Me hace recordar las clases de ciencias naturales en el colegio, cuando nos explicaban que en un mismo ecosistema convivían la fauna diurna y la nocturna, y lo variopinto y diferente que era el escenario con la luna en el cielo de cuando el sol lo alumbraba.
Y mi Gran Vía también tiene fauna nocturna
Todos ellos ríen y lloran, se besan, gritan o se pelean. Como una caldera con agua hirviendo, cada uno llama la atención más que su coetáneo, grita más, corre más rápido, ríe más alto.
Y yo, que camino entre ellos, no puedo sino sentirme sobrecogida. Me hace recordar las clases de ciencias naturales en el colegio, cuando nos explicaban que en un mismo ecosistema convivían la fauna diurna y la nocturna, y lo variopinto y diferente que era el escenario con la luna en el cielo de cuando el sol lo alumbraba.
Y mi Gran Vía también tiene fauna nocturna
Hehehe, deberías enlazar a la foto del deviant de bunch of freaks ^^
ResponderEliminarCOn este tiempo, realmente apetece dar una vuelta al anochecer...
Me pasaré más a menudo, me gusta el ritmo de actualización, y el contenido ^^
Uhm, me has dado una idea, creo que este fin de semana me llevaré la cámara cuando salga... :P
ResponderEliminarTienes razón, con el buen tiempo y la luna en el cielo uno se siente realmente bien :)
Muchas gracias, espero seguir cumpliendo tus expectativas en el futuro ^^
Añado que me he hecho y reido con los test y pensado con las reflexiones...
ResponderEliminar(aunque tus textos se me hacen largos, no me gusta leer tanto en el pc...Algún dia lo imprimiré y leeré..o algo...)