Ir al contenido principal

Manías varias

Hubo una temporada en la que me sentía tan necesitada de escuchar una voz amable, que buscaba en las cadenas de televisión locales los programas de las pitonisas, esas que te leen el futuro por teléfono con las cartas del tarot. Había una en particular, una tal Zulai, a la que me encantaba escuchar. Su tono de voz era tan amable y cordial que lograba tranquilizarme por muy inquieta que estuviera. Esa, y la santera Miguelina. Sobre todo me gustaba esta última porque además de leer el tarot, daba consejos para limpiar el aura de la casa, y para atraer la buena suerte. Siempre me decía a mi misma que algún día tenía que hacer alguna de esas cosas, para ver si conseguía realmente atraer la buena suerte. Octavio Aceves también me gustaba mucho, tenía un tono de voz dulcísimo, y más que predecir el futuro daba consejos, así que no solo era tranquilizador escucharle, sino sobre todo interesante.
En fin, volviendo a lo que iba. Me daba perfecta cuenta de que buscar un tono de voz amable en la televisión era bastante penoso, pero lo mirase por donde lo mirase, esa era la única forma de conseguir que alguien me hablara con amabilidad.

Esta mañana, por primera vez desde que comencé en mi nuevo trabajo, me he levantado a mi hora. Mis padres no estaban en casa, así que he podido poner la radio a todo volumen en la minicadena del salón. Justo estaba empezando el programa matutino que suelo escuchar. El locutor comentó que iban a abrir los teléfonos para recibir llamadas. Sin darme cuenta, de pronto tenía el móvil en la mano, y pulsaba el número de teléfono conforme el locutor lo iba mencionando. Tuve suerte, y me cogieron a mi la llamada. El locutor, todo cordialidad, estuvo preguntándome sobre cómo pasé la noche del partido, cómo lo celebré, y qué cuerpo tengo después de haber dormido dos horas tras volver de fuenlabrada y tener que madrugar para ir a trabajar.
Cuando colgué, si bien me sentía bastante mejor, me di cuenta de que había hecho aquello porque necesitaba oír una voz amable interesarse por mi. Y se me volvió a venir el mundo encima.
"Dios, otra vez como cuando tenía veinte años", pensé. Pero, vamos a ver, si no consigo que nadie sea amable conmigo, ¿qué tiene de malo buscar voces amables, aunque no vayan dirigidas a mi?

Solo es una manera como otra cualquiera de intentar encontrarse mejor. Hay gente que para conseguirlo se emborracha o se droga. Yo solo llamo a las cadenas de radio y pongo los programas de tarot en las cadenas locales. No es tan malo, a fin de cuentas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...

Harta

Estoy harta. Muy harta. Me hartaba cuando me decíais cómo debía vivir, y me callaba. Me hartaba cuando me enumerabais todo lo que era bueno o malo para mi, y me callaba. Me hartaba cuando me decíais qué fallaba en mi manera de ser, qué fallaba en mi vida, por qué no era feliz, y me callaba. Me callaba y agachaba la cabeza incluso cuando me enseñabais el tono en el que debía hablarle a los demás. Y vosotros, con vuestro inconmensurable ego sacado de Dios sabe dónde, creíais que lo hacía no por educación - cosa de la que a todas luces vosotros carecéis -, sino porque teníais razón. No os parabais a pensar que quizá lo que para vosotros era tan bueno a mi igual me parecía una mierda; simplemente "sabíais" que las cosas se debían hacer como las hacíais vosotros. Cuestionabais mi modo de vida delante de gente que me era querida y me valoraba, y no sólo me heristeis a mi, sino que hicisteis que quien os oía comenzase a pensar lo mismo que vosotros. Y aún así me callaba. Habéis hech...