Cuando se puso de moda el tema del maltrato a mujeres, cada vez que alguna nueva noticia sobre ello aparecía en los periódicos o en las noticias, mi madre siempre culpaba a las víctimas. Porque a excepción de unos cuantos casos, el agresor normalmente tenía varias denuncias a cuestas, o una orden de alejamiento de la víctima, y sin embargo ésta se encontraba por propia voluntad con el agresor en el momento del maltrato.
Yo no puedo culpar a alguien de que otra persona la golpee, a veces hasta matarla. ¿Qué pasa, que esas pobres mujeres obligaron a sus maridos o novios a clavarles un cuchillo de trinchar carne en el pecho? La culpa de la agresión la tiene el agresor, no la víctima, se dé por las circunstancias que se dé. Pero nunca entendí por qué se dejaban maltratar repetidas veces. Porque vale, vamos a ponernos machistas. Una vez se le puede ir la mano: puede tener un mal día, puede írsele la cabeza... Pero dos ya no tiene excusa. Y tampoco entendí por qué éstas víctimas perdonaban tan a la ligera, sabiendo que su vida podía peligrar si se volvían a acercar a aquellos hombres.
Mi madre decía que los maltratadores saben escoger a mujeres que no se vayan a revelar, que de alguna manera las saben reconocer. Otra cosa que no conseguí explicarme es cómo un hombre podría saber eso antes incluso que el nombre de una mujer. Lo que sí sabía a ciencia cierta es que yo nunca sería de ese tipo de mujeres.
Como la vida es lo que tiene, que nos hace más sabios, si bien cuando empezó a ponerse de moda denunciar los maltratos yo era demasiado canija para saber nada, hoy puedo hacer una conjetura más o menos afortunada al respecto.
En mi opinión, y es sólo eso, una mujer maltratada tiene en su interior una mezcla de estúpida confianza, bondad rayana en la tontería, e impotencia.
Ella, cada vez que él le prometa que no lo volverá a hacer, aunque sepa que la está mintiendo, se autoconvencerá de que esta vez sí es cierto, que esta vez él va a cumplir su palabra. Quizá porque quiere seguir creyendo en él contra toda esperanza, quizá porque es demasiado tonta como para ver la verdad, o quizá incluso porque piense que se lo merece. Quizá quiere seguir creyendo en él pensando que su fe hará que él se arrepienta y se empiece a comportar como es debido. Quizá lleva tanto tiempo creyendo en él, por mucho que la decepcione una y otra vez, que ya no es capaz de hacer otra cosa. O quizá porque nadie más cree en él, y ella se ve en la obligación de hacerlo, porque piense que si él ve que alguien por fin cree que puede ser mejor persona y comenzar a cumplir sus promesas, lo hará. Quizá piensa que lo único que él necesita es que alguien crea en él.
Eso en cuanto a la fe y la bondad. La impotencia puede venir de la dependencia económica; puede que la mujer no tenga estudios o no se vea cualificada para trabajar en ningún sitio, dependa totalmente del sueldo del hombre, y por lo tanto no se sienta capaz de revelarse dado que ello haría que quedara desamparada. O puede que más que impotencia, sienta sorpresa. Que se haya quedado pasmada al ver cómo una persona, que por lo demás es un ser encantador, se vuelve abominable en según qué situaciones. Una impotencia que nace de la incredulidad de que aquello esté pasando. Un "por qué" que no es capaz de materializarse ni en la garganta ni en actos concretos.
Una incomprensión del hecho de ser maltratada, cuando se ha dado todo por él y se piensa que, de todo lo que se pueda merecer una por sus errores, el maltrato queda totalmente fuera de la lista.
Yo no puedo culpar a alguien de que otra persona la golpee, a veces hasta matarla. ¿Qué pasa, que esas pobres mujeres obligaron a sus maridos o novios a clavarles un cuchillo de trinchar carne en el pecho? La culpa de la agresión la tiene el agresor, no la víctima, se dé por las circunstancias que se dé. Pero nunca entendí por qué se dejaban maltratar repetidas veces. Porque vale, vamos a ponernos machistas. Una vez se le puede ir la mano: puede tener un mal día, puede írsele la cabeza... Pero dos ya no tiene excusa. Y tampoco entendí por qué éstas víctimas perdonaban tan a la ligera, sabiendo que su vida podía peligrar si se volvían a acercar a aquellos hombres.
Mi madre decía que los maltratadores saben escoger a mujeres que no se vayan a revelar, que de alguna manera las saben reconocer. Otra cosa que no conseguí explicarme es cómo un hombre podría saber eso antes incluso que el nombre de una mujer. Lo que sí sabía a ciencia cierta es que yo nunca sería de ese tipo de mujeres.
Como la vida es lo que tiene, que nos hace más sabios, si bien cuando empezó a ponerse de moda denunciar los maltratos yo era demasiado canija para saber nada, hoy puedo hacer una conjetura más o menos afortunada al respecto.
En mi opinión, y es sólo eso, una mujer maltratada tiene en su interior una mezcla de estúpida confianza, bondad rayana en la tontería, e impotencia.
Ella, cada vez que él le prometa que no lo volverá a hacer, aunque sepa que la está mintiendo, se autoconvencerá de que esta vez sí es cierto, que esta vez él va a cumplir su palabra. Quizá porque quiere seguir creyendo en él contra toda esperanza, quizá porque es demasiado tonta como para ver la verdad, o quizá incluso porque piense que se lo merece. Quizá quiere seguir creyendo en él pensando que su fe hará que él se arrepienta y se empiece a comportar como es debido. Quizá lleva tanto tiempo creyendo en él, por mucho que la decepcione una y otra vez, que ya no es capaz de hacer otra cosa. O quizá porque nadie más cree en él, y ella se ve en la obligación de hacerlo, porque piense que si él ve que alguien por fin cree que puede ser mejor persona y comenzar a cumplir sus promesas, lo hará. Quizá piensa que lo único que él necesita es que alguien crea en él.
Eso en cuanto a la fe y la bondad. La impotencia puede venir de la dependencia económica; puede que la mujer no tenga estudios o no se vea cualificada para trabajar en ningún sitio, dependa totalmente del sueldo del hombre, y por lo tanto no se sienta capaz de revelarse dado que ello haría que quedara desamparada. O puede que más que impotencia, sienta sorpresa. Que se haya quedado pasmada al ver cómo una persona, que por lo demás es un ser encantador, se vuelve abominable en según qué situaciones. Una impotencia que nace de la incredulidad de que aquello esté pasando. Un "por qué" que no es capaz de materializarse ni en la garganta ni en actos concretos.
Una incomprensión del hecho de ser maltratada, cuando se ha dado todo por él y se piensa que, de todo lo que se pueda merecer una por sus errores, el maltrato queda totalmente fuera de la lista.
Hola!
ResponderEliminarpuede que mi blog te ayude un poco a entender esto.
Yo fui maltratada y en cierto sentido lo soy aún. Estudio medicina y trabajo como asistente de dirección, así que soy totalmente independiente económicamente. Y no confías en él, no crees en él, ni eres buena, ni tonta, ni ingenua.
Al principio te sorprendes. Un ser humano no merece ser tratado así, te quedas en shock, y cuando te das cuenta estás completamente destrozada, enferma, tu mente imagina nuevas formas de tortura, para ti misma tú o eres nadie, tu cuerpo no te pertenece, tus pensamientos no te pertenecen. No puedes sentir ni pensar. Hay periodos de lo que se llama "luna de miel", que es cuando él es dulce contigo, te acaricia, es condescendiente, te mira o te toca... te habla, es hasta romántico. Y luego haces algo mal y todo vuelve a ser un infierno. Por eso no te vas, porque crees que es culpa tuya, crees que cuando tú te portes bien, y hagas todo lo que él quiere cuándo, cómo y dónde él quiere, entonces todo será perfecto. Todo el tiempo él será esa persona que es durante la luna de miel. Los insultos, las humillaciones... todo eso te convence de que eres un animal, alguien que no merece nada, todo es culpa tuya, él es malo contigo porque eres tonta, puta, torpe o inútil. Durante mucho tiempo te convence de que eres todo eso y de que nadie te va a querer si no es él. Tú te crees que lo eres, te merma, te convierte en una dependiente emocional. te vuelves loca, tu intelecto y tus emociones no funcionan de una manera normal, nadie puede soportar esa tortura sino. Por eso no es justo que nos juzguen hablando sobre cómo actuaría una mujer en estado normal frente a esa situación, porque no estamos en un estado normal para responder a ella. No crees que estés siendo maltratada, crees que la persona que en ocasiones es buena contigo sólo te da lo que te mereces por ser tan despreciable, por hacerlo todo mal. Te mueres por un momento de cariño, ya no importas tú, sólo importa él, lo que él qiera, lo que él diga, lo que él necesite. Te enseña que tú no tienes derecho a nada.
Y no, no escogen mujeres que no vayan a revelarse. Es un mito estúpido creer que sólo mujeres dependientes, inseguras, sin estudios, masoquistas, con baja autoestima o poco carácter van a ser maltratadas. No es así. Tampoco es cierto que cada mujer que diga "yo nunca permitiría esto" lo vaya a hacer cuando llegue el momento.
Yo soy superdotada, con un CI muy superior a la media en inteligencia emocional, tengo una buena posición económica, un buen físico... tenía mucha seguridad en mí misma, un gran futuro, juventud, fuerza, inquietudes, aficiones, toco el piano, escribo, me gusta el teatro, la lectura,el rock, el heavy, viajo mucho... estoy rodeada de gente que se preocupa por mí... nunca dirías que alguien como yo fuera a "dejarse maltratar" verdad?
Un saludo, cielo.
Pásate por mi blog, si quieres.
Ciao!
Créeme si te digo que te entiendo... ._. Yo no destaco por nada en especial, pero siempre he tenido mucho carácter, y era la primera en negar que a mi me pasaría eso... En la entrada esta he intentado explicar un poco lo que pensaba yo, pero parece que a ti se te da mejor expresarlo ^^U
ResponderEliminarY tienes toda la razón del mundo, no es justo que se juzgue desde la posición de una mujer que nunca lo ha sufrido.