En el frigorífico ya solo queda media docena de huevos, las cebollas y los tomates que había comprado hacía unos doce días. Había planeado comprar algo de comida al llegar a casa esa tarde, pero al entrar en casa de pronto las fuerzas la habían abandonado. Puso al fuego la sartén con aceite que no había usado el día anterior, sacó la bolsa de croquetas de la nevera, y mientras esperaba a poder freírlas puso la lavadora.
Sacó un par de latas de conserva por si se quedaba con hambre, y al sacar un plato del armario vio el bote con la mezcla de pimientas, aún sin usar. No se le ocurrió cómo estrenarlo con unas croquetas y unos palitos de merluza (había decidido tirar la casa por la ventana, y gastar todo lo que quedaba en la nevera), así que no la tocó.
Mientras cenaba puso la televisión. Era la hora en la que todas las cadenas daban las noticias, así que tuvo que conformarse con verlas. Parecía ser que el gobierno andaba diciendo cosas como que levantar el pie del acelerador generaba empleo... No escuchó más de dos frases; cuando oyó que se iban a regalar bombillas de bajo consumo a los ciudadanos, decidió que para cuentos ya leía ella muchos tebeos.
Al terminar de cenar, de nuevo la total falta de fuerzas se apoderó de ella. Decidió que no había nada malo en dejar los platos sucios en el fondo del inundado fregadero - le tenía que echar un ojo al desagüe - e ir a tumbarse al sofá a leer un poco mientras escuchaba la radio.
Miró el reloj. ¿Cuándo y cómo habían llegado las once de la noche? Pero si apenas acababa de llegar a su casa... Da igual, se dijo, encogiéndose de hombros. Para lo que estaba haciendo...
Se levantó del sofá, apagó todas las luces y aparatos eléctricos que había encendidos por la casa, y tras poner el despertador, se dejó caer en la cama.
Hacía eones que no se acostaba tan pronto. Se preguntó si sería capaz de dormirse pese a lo temprano que... zzzzz......
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