Cuando estaba en tercero de carrera, me cogí como asignatura de libre configuración "Perspectivas del Feminismo Contemporáneo". No fui a más de siete clases, porque en seguida me di cuenta de que aquello más que una asignatura era una excusa para que una feminista recalcitrante disertara sobre sus ideas, no sobre las ideas de las mujeres que debíamos estar estudiando.
No obstante, algo aprendí de la primera mujer sobre la que estudiamos, Simone de Beauvoir. Como en el instituto estudié minimamente a Jean Paul Sartre, me quedé con el dato de que, de jóvenes, estos dos personajes habían estado juntos. Me costó asimilar el hecho de que, pese a dejar de ser pareja, estuvieran "juntos" durante el resto de su vida, y fuera ella la que le cuidara cuando él se quedó ciego y ya no podía valerse por sí mismo.
Parece ser que Sartre introdujo a Simone de Beauvoir en los círculos intelectuales del momento, algo bastante extraño teniendo en cuenta que era una mujer. Y también le enseñó filosofía, por lo visto. O sea que, dejando a un lado la relación carnal, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre estaban unidos por sus inquietudes intelectuales.
Es curioso. Una relación sentimental que no duró mucho más de lo que dura un caramelo en la puerta de una escuela, pero una intelectual que se alargó durante toda su vida, y fue muchísimo más fuerte que la primera.
Y es que no sólo en los tiempos que corren es difícil encontrar a alguien que nos estimule intelectualmente. Parece ser que siempre ha sido bastante complicado. No me extraña que Simone, al encontrar a alguien así, no quisiera separarse de él en toda su vida, por mucho que ya no fueran amantes.
No obstante, algo aprendí de la primera mujer sobre la que estudiamos, Simone de Beauvoir. Como en el instituto estudié minimamente a Jean Paul Sartre, me quedé con el dato de que, de jóvenes, estos dos personajes habían estado juntos. Me costó asimilar el hecho de que, pese a dejar de ser pareja, estuvieran "juntos" durante el resto de su vida, y fuera ella la que le cuidara cuando él se quedó ciego y ya no podía valerse por sí mismo.
Parece ser que Sartre introdujo a Simone de Beauvoir en los círculos intelectuales del momento, algo bastante extraño teniendo en cuenta que era una mujer. Y también le enseñó filosofía, por lo visto. O sea que, dejando a un lado la relación carnal, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre estaban unidos por sus inquietudes intelectuales.
Es curioso. Una relación sentimental que no duró mucho más de lo que dura un caramelo en la puerta de una escuela, pero una intelectual que se alargó durante toda su vida, y fue muchísimo más fuerte que la primera.
Y es que no sólo en los tiempos que corren es difícil encontrar a alguien que nos estimule intelectualmente. Parece ser que siempre ha sido bastante complicado. No me extraña que Simone, al encontrar a alguien así, no quisiera separarse de él en toda su vida, por mucho que ya no fueran amantes.
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