Ir al contenido principal

Ética profesional

Él era el resultado de un experimento fallido. Aproximadamente el ochenta por ciento de los experimentos del laboratorio pueden considerarse "Fallidos" de un modo u otro. Todos los días, cuando recorro el trecho de pasillo desde la entrada hasta las taquillas, oigo sus gritos a través de las paredes. Unos gritan de dolor, otros rugen de rabia... aunque la inmensa mayoría carece del intelecto deseado, y simplemente aulla porque lo hace el resto.

Él fue el primer intento de crear desde cero al soldado perfecto. En vez de inducir cambios en el adn de un adulto por medios artificiales y altamente agresivos, se modificó la estructura genética de una sola célula madre, y se indujo su autorreplicación hasta conseguir un espécimen completo. La técnica era totalmente nueva, y como primera prueba sólo se introdujo un cambio: Genes de felino. En teoría, el individuo resultante sería totalmente humano, pero vería en la oscuridad, y tendría el oído, la agilidad y la rapidez de un felino.

Los resultados prácticos comenzaron a diferenciarse de los teóricos desde la etapa de feto: Las orejas del espécimen estaban situadas en lo alto de la cabeza, y eran de felino, no de ser humano.

Yo fui la encargada de vigilar el comportamiento y capacidades del ser cuyo nombre era AR-46, que pasó a considerarse Fallido desde el momento en que el supervisor distinguió aquellas orejas anómalas. Se forzó el crecimiento del espécimen hasta la fase adolescente, y se estableció un periodo de estudio de dos meses antes de su eliminación.


AR-46 se comportaba, en todos los aspectos, como un gato. Las pruebas encefálicas revelaron que, efectivamente, el niño tenía el intelecto de un felino. No suelo encariñarme con los experimentos que superviso, pero aquel ser me tocó la fibra sensible. En el mes y medio que duró la observación, simpaticé tanto con él que incluso guardo una fotografía suya en la cartera. Él no era agresivo ni repulsivo, como lo son la mayoría de los Fallidos. Era un niño inocente al que no se le consideró nunca un ser vivo porque en vez de nacer, había sido creado artificialmente por unos cuantos científicos que jugaban a ser Dios.

AR-46 hizo que me planteara si lo que hacíamos, jugar con la vida de tantos seres humanos, era realmente ético. Cada vez que miro la fotografía que guardo de él en la cartera, de aquella vez que una mariposa se coló en su contenedor, me pregunto si los motivos que me hicieron firmar el documento de adscripción a aquel proyecto siguen valiéndome ahora.

Cada vez que miro sus ojos de niño asombrado ante la belleza de las alas del insecto, que en la fotografía está posado sobre su hocico de gato, pienso que lo que le hicimos fue muy cruel. No solo eliminarlo como si fuera un simple documento caducado, sino modificar sus genes de la manera más irresponsable, "por ver qué pasaba", y crearlo de aquel modo, sin tener en cuenta lo que realmente era: Un ser humano.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cosas para hacer bulto mientras se me ocurre algo

Estoy fascinada. Llevo más de dos semanas de convivencia con otras cinco chicas, en una casa que si bien de modo absoluto es desproporcionadamente grande, al añadir el dato de que alberga a seis féminas se vuelve de tamaño medio. La segunda ducha - ahora ya está demostrado, con voltímetro y notario incluidos - da calambre, así que sólo tenemos un cuarto de baño completo para ducharnos. El suelo de tarima flotante tiene complejo de capa tectónica y no para de ondularse y abombarse por todos lados. Durante dos terribles días el fregadero y la lavadora se declararon en huelga y se negaron a expulsar agua por sus respectivos desagues. Internet sólo va como Dios manda en el salón, y en las habitaciones nos dedicamos a conectarnos a las redes no seguras que estén detectables en cada momento - menos yo, que como mi habitación no es exterior no cojo ninguna -. El extractor de la cocina sólo funciona cuando el calentador está parado y las luces secundarias de la cocina apagadas. Vamos, que no p

Crónica de una búsqueda de piso - Tercera entrega: Como toda trilogía, la tercera parte es la última

Sí señores, parece que ya tengo un lugar a donde irme a vivir cuando me vaya de la trampa psicológica en la que se ha convertido mi actual hogar. Y es una pena, porque tras cada mudanza paso por un periodo de adaptación que suele durar entre dos y tres meses, durante los cuales estoy bastante de los nervios porque no reconozco mi hogar en el sitio en el que vivo. Y ya llevo tres mudanzas en menos de un años. Echad cuentas de cuántos meses he estado de los nervios. .. ........................................ Primera parte aquí Segunda parte aquí Viernes. Ese día tenía concertadas tres visitas a pisos: Un ático a compartir con otras tres chicas a las seis y media, un piso a compartir con una francesa y una inglesa a las siete y media, y otro a compartir con dos chicos y una chica a las ocho y media. Tras una agradable comida con Trini y un no menos agradable paseo por el abrasador sol de Madrid centro, cogí el autobús en Guzmán el Bueno en dirección a Argüelles, la zona donde estaban los

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s