Una vez, dos personas se aventuraron a predecir cómo actuaría yo ante cierto problema. Cada una opinó algo totalmente contrario a la otra. Una de ellas no sólo me conocía de toda la vida, sino que además me había parido. La otra me conocía desde hacía dos semanas, y sólo habíamos hablado en ocasiones en los descansos para tomar café y comer. Ni que decir tiene que yo no tenía ni la más remota idea de lo que iba a hacer, ni de cómo iba a poder solucionar ese problema. Así que la resolución nos vino por sorpresa a las tres.
Acertó la que sólo me conocía de los descansos del trabajo.
El hecho de que alguien que apenas haya hablado contigo te conozca mejor que tu propia madre, a mi me resultó algo desmoralizante. No sé qué opinaréis vosotros.
Acertó la que sólo me conocía de los descansos del trabajo.
El hecho de que alguien que apenas haya hablado contigo te conozca mejor que tu propia madre, a mi me resultó algo desmoralizante. No sé qué opinaréis vosotros.
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