Sé que soy una egoísta. Siempre lo he sido.
Siempre quise el trozo más grande, el bolso más bonito, la ropa más elegante. Siempre lo he querido todo. Sentía dentro de mi un fuego necesitado de combustible, y esa era mi manera de alimentarlo: Ser egoísta.
La cuestión es que un día me di cuenta de que pedir tantas cosas sin dar nada a cambio no terminaba de ser justo. Y las cosas que conseguía no sabían tan bien si no había luchado por ellas. De algún modo, cuando me costaba conseguir algo, el propio proceso de lucha alimentaba aquel fuego. Me acostumbré a dar siempre a cambio de lo que pedía. Y como lo que quería era Todo, Todo era lo que daba.
Y volví a ver que aquello era injusto; que a pesar de ser tan egoísta, no recibía en relación a lo que daba. Y ya no bastaba con luchar para conseguir las cosas. A veces, por mucho que me esforzara para lograr algo, veía a las claras que nunca lo tendría.
En algún momento el fuego que siempre había tenido dentro se apagó. Dejé de desear nada, pero también dejé por completo de dar. Siempre he sido una firme defensora del principio de intercambio equivalente, y si no había nada que recibir, nada devolvía.
¿Qué sucede últimamente? Que en ocasiones vuelvo a notar la llamita prender en mi pecho. Son fogonazos momentáneos, no se le puede llamar fuego en el estricto sentido de la palabra. Pero quiere alimento. No desea apagarse otra vez. Y siento cómo el antiguo egoísmo vuelve, cómo de pronto vuelvo a quererlo Todo.
Pero ahora ya sé que muchas cosas de las que quiero, por mucho que me esfuerce, no las voy a tener. Sé que luchar es una tontería. Sé que el intercambio equivalente es cosa de los laboratorios de química y de cuentos para niños.
Entonces, ¿Por qué narices no puedo dejar de luchar? ¿Por qué me empeño en seguir dando, si sé que nunca habrá recompensa? ¿y por qué me empeño en tener lo que sé que nunca será mío?
¿Por qué sigo siendo tan egoísta?
Siempre quise el trozo más grande, el bolso más bonito, la ropa más elegante. Siempre lo he querido todo. Sentía dentro de mi un fuego necesitado de combustible, y esa era mi manera de alimentarlo: Ser egoísta.
La cuestión es que un día me di cuenta de que pedir tantas cosas sin dar nada a cambio no terminaba de ser justo. Y las cosas que conseguía no sabían tan bien si no había luchado por ellas. De algún modo, cuando me costaba conseguir algo, el propio proceso de lucha alimentaba aquel fuego. Me acostumbré a dar siempre a cambio de lo que pedía. Y como lo que quería era Todo, Todo era lo que daba.
Y volví a ver que aquello era injusto; que a pesar de ser tan egoísta, no recibía en relación a lo que daba. Y ya no bastaba con luchar para conseguir las cosas. A veces, por mucho que me esforzara para lograr algo, veía a las claras que nunca lo tendría.
En algún momento el fuego que siempre había tenido dentro se apagó. Dejé de desear nada, pero también dejé por completo de dar. Siempre he sido una firme defensora del principio de intercambio equivalente, y si no había nada que recibir, nada devolvía.
¿Qué sucede últimamente? Que en ocasiones vuelvo a notar la llamita prender en mi pecho. Son fogonazos momentáneos, no se le puede llamar fuego en el estricto sentido de la palabra. Pero quiere alimento. No desea apagarse otra vez. Y siento cómo el antiguo egoísmo vuelve, cómo de pronto vuelvo a quererlo Todo.
Pero ahora ya sé que muchas cosas de las que quiero, por mucho que me esfuerce, no las voy a tener. Sé que luchar es una tontería. Sé que el intercambio equivalente es cosa de los laboratorios de química y de cuentos para niños.
Entonces, ¿Por qué narices no puedo dejar de luchar? ¿Por qué me empeño en seguir dando, si sé que nunca habrá recompensa? ¿y por qué me empeño en tener lo que sé que nunca será mío?
¿Por qué sigo siendo tan egoísta?
Mas que egoista, diría esforzada, intrépida, luchadora...
ResponderEliminarEs bueno esforzarse por lo que deseas
Sigue, es tu naturaleza el Luchar
(goes traje de Spandex xD)
Gracias por tus palabras, pero no va por ahí la cosa.
ResponderEliminarhay cosas que no dependen de que uno luche, y que por mucho que se deseen nunca se tienen. Así, sin más.
Como por ejemplo, ser feliz. Eso sí que está totalmente fuera del alcance de toda persona ambiciosa.
La gente da lo que tiene, aun a sabiendas de que no va a conseguir las cosas por varias razones.
ResponderEliminarPorque ve injusto para los demás no implicarse en nada, cuando el resto lo pueden estar haciendo por tí.
Por querer demostrar lo que uno es capaz de dar y de hacer, tanto para demostrárselo auno mismo como para demostrárselo a los demás.
Cierto es que el intercambio equivalente es una utopía para la mayoría de las veces. Pero piensa, que hoy puede que seas tu la que se esfuerza por los demás para a lo mejor recibir menos de un gracias para luego, que sean los demás los que se esfuercen por tí, sabiendo que aunque no vayan a recibir una gran recompensa, ya la han recibido, y asi a la viceversa.
Nunca se debe dejar de lucha y de apagar esa llama, porque así estaremos siempre a luchar por lo que queremos en un momento puntual o por alguien cuando lo necesite de verdad.....
Y verdad que siempre hay gente por la que luchar y esforzarse?
Saludos ^^
(de hecho, las leyes de la termodinamica son las primeras en f*ll*rse el intercambio equivalente...con perdón a la palabra, no se debería usar algo tan agradable para malhablar sobre esa malvada Ley Universal ^^U)
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