Ir al contenido principal

26 Cumpleaños

Hola, me llamo María Eugenia, y tengo 26 años.
Así, como en un grupo de ayuda a ex-alcohólicos. Y de fondo, tras decirlo, se oirá un coro: "Hola María Eugenia"

Desde el lunes tengo un añito más. Lo cual ya de base es una estupidez, porque cada día que pasa sólo se envejece un día más; uno no se levanta de pronto una mañana y descubre que es un año más viejo que cuando se acostó. Cuando me preguntan que cómo me siento, en mi cumpleaños, siempre respondo "pues un día más vieja". Una lástima que no todo el mundo sepa apreciar mi agudo humor inglés.

El caso es que ya he sobrepasado la frontera del cuarto de siglo. Para muchas personas, he pasado a ser considerada una adulta. Es gracioso, porque jamás me he considerado menos adulta que ahora. Pero bueno, siempre he dicho que cuanto mayor me hago menos entiendo a los adultos; no considerarme una adulta será un efecto secundario de esa aseveración.

Y bueno, uno de los efectos de cumplir 26 años, que tengo que agradecerle con todo mi corazón a esta mierda de sociedad en la que vivo, es que me están entrando los agobios. Que estoy a un paso de los treinta y aún no he terminado la carrera, que debería dejar de dar botes como una pelota de ping pong y sentar la cabeza, dejar de pasar de un trabajo a otro y quedarme de una vez en uno para conseguir estabilidad, ahorrar para conseguir una casa en propiedad, con tres habitaciones, trastero y plaza de garaje... Sí, el tiempo se me echa encima. No he hecho nada de lo que debía (o al menos me lo parece) en 26 años, y ahora de pronto me da por querer hacerlo todo en una semana.
¿Pero qué pasa con lo que quería hacer? Bueno, pues quería ser actriz. También quería ser escritora y dibujante. Y antes de eso, arqueóloga. Quería viajar a Egipto y a Japón. Quería vivir la historia de amor más bonita de todos los tiempos. Quería ser rica y famosa por méritos propios. Quería saber un montón de idiomas. Quería saber artes marciales.Quería tener un montón de ropa bonita y elegante que me hiciera sentir como una reina cuando saliera a la calle. Quería ser respetada y admirada por la gente. Quería ser feliz.
Y claro, al igual que con todas las cosas que debía haber hecho por estas fechas, tampoco he hecho absolutamente nada de lo que quería. De hecho, se me olvidó durante mucho tiempo qué era lo que quería, estando tan ocupada en sentirme culpable por no hacer lo que debía. Todo este tiempo no he querido hacer lo que debía, porque solo pensar en convertirme en uno de "ellos" me da nauseas. Y no he hecho lo que quería porque no debía hacerlo, pues me granjearía - aún más - la reprobación y la enemistad de mis familiares, y me colgaría el cartel de oveja descarriada (ey, un momento,¡ese ya lo tengo!).

He tenido 26 años para pensar en ello. Lo he meditado largo y tendido, ante los escaparates de las librerías, viendo series de televisión cuyos actores son más jóvenes que yo, trabando amistad con gente que hizo lo que debía, y con gente que hizo lo que quería.

Y creo que ya he pensado demasiado. Como he dicho antes, me han entrado los agobios. Me parece que ya es hora de empezar a hacer algo.

Comentarios

  1. Tienes una buena experiencia laboral, Te has independizado y tienes una pareja estable y adorable (es que leon es taaaan mooono...*-* xD )
    No está mal, pasito a pasito, vas escribiendo y publicando...
    Yo creo que lo mejor que has hecho es no quedarte nunca parada, aunque tuvieses que dar una caminata más larga.
    (Vamos, que seguro que tienes 12500 px más que cualquiera de tu edad :D)
    Y que son sólo números!

    Por cierto, a ver si comemos o cenamos para celebrarlo ^^

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...

Harta

Estoy harta. Muy harta. Me hartaba cuando me decíais cómo debía vivir, y me callaba. Me hartaba cuando me enumerabais todo lo que era bueno o malo para mi, y me callaba. Me hartaba cuando me decíais qué fallaba en mi manera de ser, qué fallaba en mi vida, por qué no era feliz, y me callaba. Me callaba y agachaba la cabeza incluso cuando me enseñabais el tono en el que debía hablarle a los demás. Y vosotros, con vuestro inconmensurable ego sacado de Dios sabe dónde, creíais que lo hacía no por educación - cosa de la que a todas luces vosotros carecéis -, sino porque teníais razón. No os parabais a pensar que quizá lo que para vosotros era tan bueno a mi igual me parecía una mierda; simplemente "sabíais" que las cosas se debían hacer como las hacíais vosotros. Cuestionabais mi modo de vida delante de gente que me era querida y me valoraba, y no sólo me heristeis a mi, sino que hicisteis que quien os oía comenzase a pensar lo mismo que vosotros. Y aún así me callaba. Habéis hech...