Me gusta la navidad.
No, no me gusta porque sea especialmente religiosa. Tampoco porque me guste que me hagan regalos, o porque haya días de fiesta a patadas. Ni siquiera por la paga extra (bueno, por eso quizá un poco).
Me gusta por el ambiente que hay cuando uno sale a la calle: La gente vestida con abrigos que hacen que parezcan el doble de gruesos de lo normal, paseando en parejas o grupos por la calle, riendo, hablando más alto de lo normal, cargando enormes bolsas llenas de comida o regalos, o llevando diademas de reno, gorros de Papa Noel, o pelucas de colores. Niños empaquetados en gorros, bufandas, guantes y anoraks, con los ojos abiertos como platos contemplando los adornos navideños de las calles. Puestos de castañas asadas y mazorcas de maíz. Bocadillos de calamares y las aglomeraciones frente al Cortilandia (algo tan madrileño que muchos no sabrán a lo que me refiero)...
Me gusta ver Madrid iluminado por esas lucecitas tan horteras que siempre dan que hablar y cuyo mal gusto se comenta en las noticias durante una semana. Me pone de buen humor pasear por la Gran Vía embutida en mi plumas, viendo cómo mi aliento se convierte en vaho nada más salir de mi boca y mi nariz. Me gusta pasear por los centros comerciales y contemplar el frenesí consumista que invade a madres en particular, y a todos en general.
¿Y sabéis qué es lo que más me gusta? Cuando se acerca una fiesta, todo el mundo suele desearse que lo pasen bien. Pero en navidades, la gente se desea felicidad. ¿Nunca os habéis fijado? No dicen "pasa buena navidad", dicen "feliz navidad". Es una pequeña diferencia de matiz, pero aunque muchos lo hayan pasado por alto, que a mi me deseen que sea feliz me hace pensar que el ser humano no es tan malo como parece, cuando aunque lo diga sin darse cuenta del significado de sus palabras, les desea a los demás ser felices, y que tengan prosperidad en el futuro.
Así que feliz navidad a todos, y próspero año nuevo.
No, no me gusta porque sea especialmente religiosa. Tampoco porque me guste que me hagan regalos, o porque haya días de fiesta a patadas. Ni siquiera por la paga extra (bueno, por eso quizá un poco).
Me gusta por el ambiente que hay cuando uno sale a la calle: La gente vestida con abrigos que hacen que parezcan el doble de gruesos de lo normal, paseando en parejas o grupos por la calle, riendo, hablando más alto de lo normal, cargando enormes bolsas llenas de comida o regalos, o llevando diademas de reno, gorros de Papa Noel, o pelucas de colores. Niños empaquetados en gorros, bufandas, guantes y anoraks, con los ojos abiertos como platos contemplando los adornos navideños de las calles. Puestos de castañas asadas y mazorcas de maíz. Bocadillos de calamares y las aglomeraciones frente al Cortilandia (algo tan madrileño que muchos no sabrán a lo que me refiero)...
Me gusta ver Madrid iluminado por esas lucecitas tan horteras que siempre dan que hablar y cuyo mal gusto se comenta en las noticias durante una semana. Me pone de buen humor pasear por la Gran Vía embutida en mi plumas, viendo cómo mi aliento se convierte en vaho nada más salir de mi boca y mi nariz. Me gusta pasear por los centros comerciales y contemplar el frenesí consumista que invade a madres en particular, y a todos en general.
¿Y sabéis qué es lo que más me gusta? Cuando se acerca una fiesta, todo el mundo suele desearse que lo pasen bien. Pero en navidades, la gente se desea felicidad. ¿Nunca os habéis fijado? No dicen "pasa buena navidad", dicen "feliz navidad". Es una pequeña diferencia de matiz, pero aunque muchos lo hayan pasado por alto, que a mi me deseen que sea feliz me hace pensar que el ser humano no es tan malo como parece, cuando aunque lo diga sin darse cuenta del significado de sus palabras, les desea a los demás ser felices, y que tengan prosperidad en el futuro.
Así que feliz navidad a todos, y próspero año nuevo.
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