Hubo un tiempo en que los tickets restaurante abundaban en la tierra.
Corrían los tiempos en los que los empleados de recursos humanos no mentían a los aspirantes a puestos de trabajo. En aquella época de cuya existencia sólo tenemos constancia a través de la mitología, cada trabajador recibía una billetera de tickets restaurante al mes, nunca había escasez de ellos, y había gran regocijo.
Pero llegó el día en que el padre se volvió avaricioso y se volvió contra su hijo, y aprovechándose de su mayor edad y experiencia, comenzó a robar y acaparar para sí los tickets de sus hijos. Así, el padre tuvo abundancia mientras el resto de la prole moría de hambre y frío, y la tribu se extinguió.
Hoy, los dioses niegan a los trabajadores su sustento de tickets restaurante, aún cuando sus profetas, los empleados de recursos humanos, no cesan en su empeño de profetizar la inminente venida de la abundancia de ellos. Si un hijo desea una billetera, debe superar una lucha ritual de quince días con sus quince noches, hasta llegar a ser digno de recibirla. Y aún así, correrá el riesgo de que su padre se la arrebate, dado que tras el pecado del primer padre, los dioses les maldijeron con una codicia inaplacable que les consumiría por dentro hasta volverles locos.
Eso cuenta la leyenda. Aunque yo nunca he creído en ella del todo... pensar que hubo un tiempo en el que los dioses eran justos y le daban a sus discípulos los tickets restaurante que se merecían es tan descabellado...
Corrían los tiempos en los que los empleados de recursos humanos no mentían a los aspirantes a puestos de trabajo. En aquella época de cuya existencia sólo tenemos constancia a través de la mitología, cada trabajador recibía una billetera de tickets restaurante al mes, nunca había escasez de ellos, y había gran regocijo.
Pero llegó el día en que el padre se volvió avaricioso y se volvió contra su hijo, y aprovechándose de su mayor edad y experiencia, comenzó a robar y acaparar para sí los tickets de sus hijos. Así, el padre tuvo abundancia mientras el resto de la prole moría de hambre y frío, y la tribu se extinguió.
Hoy, los dioses niegan a los trabajadores su sustento de tickets restaurante, aún cuando sus profetas, los empleados de recursos humanos, no cesan en su empeño de profetizar la inminente venida de la abundancia de ellos. Si un hijo desea una billetera, debe superar una lucha ritual de quince días con sus quince noches, hasta llegar a ser digno de recibirla. Y aún así, correrá el riesgo de que su padre se la arrebate, dado que tras el pecado del primer padre, los dioses les maldijeron con una codicia inaplacable que les consumiría por dentro hasta volverles locos.
Eso cuenta la leyenda. Aunque yo nunca he creído en ella del todo... pensar que hubo un tiempo en el que los dioses eran justos y le daban a sus discípulos los tickets restaurante que se merecían es tan descabellado...
Jujuju, veo que vuelves
ResponderEliminar(ya lo hechaba de menos)
Aunque el tag no creo qeu sea del todo adecuado xD
XDDDD
ResponderEliminarHombre, es ficción... basada en un hecho real, pero ficción. Porque llamar dioses a los directores de las empresas es como poco sacrílego! >.<
Llevaba ya tiempo queriendo terminar estas dos últimas entradas del blog, pero no sacaba tiempo ^^U