Esa frase me vino a la cabeza ayer, tras salir de una entrevista, recorriendo la calle Orense desde Tetuán hasta Nuevos Ministerios, al pasar por delante de un restaurante de comida americana y oriental que tenía pinta de todo menos de barato. Se me ocurrió lo raro que era que, con tanta crisis sobre nuestras cabezas, todas esas enormes tiendas siguieran abiertas y con una gran afluencia de público... y entonces se me encendió la luz: "Es que los ricos siempre serán ricos, no importa la crisis que haya".
Pero el pensamiento no se quedó ahí, sino que siguió adelante, quizás propiciado por el estado de ánimo en el que me encuentro, en plena búsqueda de trabajo:
Sí, los ricos siempre serán ricos, no importa la crisis que haya, y por descontado que los pobres seguirán siendo pobres, no importan las medidas económicas que se tomen. Los únicos que son dueños de su futuro, los únicos que tienen algún margen de decisión en lo que les sucederá mañana, son los que están entre esas dos franjas. Cuando tienes todo el dinero del mundo, sabes que no te va a faltar, pase lo que pase, y hagas lo que hagas. Cuando no tienes nada en absoluto, sabes que nadie te lo va a dar, y que tampoco te va a dar la oportunidad de ganártelo, simplemente porque la sociedad es así.
¿Pero y si no estás en ninguno de esos casos? ¿Y si tu abuelo era pescador, consiguió que su hijo se sacase una carrera en la capital encadenando una beca tras otra, y tú eres el hijo de ese hombre, el hijo de pescadores que logró hacerse un sitio en el mundo con la fuerza de su trabajo? ¿Qué te puede enseñar ese ejemplo, salvo que tú eres el único dueño de tu mañana?
Es la clase media la que, desde siempre, ha sido la única con poder sobre su futuro. Ni demasiado ricos como para despreocuparse, ni demasiado pobres como para perder la esperanza, lo único que les espera es seguir luchando por hacerse su propio lugar. Ellos deciden dónde está ese lugar, y a ellos les toca trabajárselo. Pero ellos, y sólo ellos, logran - si bien que solo a veces - llegar a donde se han propuesto.
Por eso hay que seguir adelante. Porque nadie me va a regalar nada, pero nadie me va a impedir llegar a donde me proponga, si realmente lo deseo y lucho por ello.
Pero el pensamiento no se quedó ahí, sino que siguió adelante, quizás propiciado por el estado de ánimo en el que me encuentro, en plena búsqueda de trabajo:
Sí, los ricos siempre serán ricos, no importa la crisis que haya, y por descontado que los pobres seguirán siendo pobres, no importan las medidas económicas que se tomen. Los únicos que son dueños de su futuro, los únicos que tienen algún margen de decisión en lo que les sucederá mañana, son los que están entre esas dos franjas. Cuando tienes todo el dinero del mundo, sabes que no te va a faltar, pase lo que pase, y hagas lo que hagas. Cuando no tienes nada en absoluto, sabes que nadie te lo va a dar, y que tampoco te va a dar la oportunidad de ganártelo, simplemente porque la sociedad es así.
¿Pero y si no estás en ninguno de esos casos? ¿Y si tu abuelo era pescador, consiguió que su hijo se sacase una carrera en la capital encadenando una beca tras otra, y tú eres el hijo de ese hombre, el hijo de pescadores que logró hacerse un sitio en el mundo con la fuerza de su trabajo? ¿Qué te puede enseñar ese ejemplo, salvo que tú eres el único dueño de tu mañana?
Es la clase media la que, desde siempre, ha sido la única con poder sobre su futuro. Ni demasiado ricos como para despreocuparse, ni demasiado pobres como para perder la esperanza, lo único que les espera es seguir luchando por hacerse su propio lugar. Ellos deciden dónde está ese lugar, y a ellos les toca trabajárselo. Pero ellos, y sólo ellos, logran - si bien que solo a veces - llegar a donde se han propuesto.
Por eso hay que seguir adelante. Porque nadie me va a regalar nada, pero nadie me va a impedir llegar a donde me proponga, si realmente lo deseo y lucho por ello.
go, go!
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