Ir al contenido principal

No se trata de un berrinche de un día

No se trata de que de vez en cuando te sientas mal porque pienses que eres un fracasado, o que creas que no vas a llegar a nada en la vida porque no vales nada. Esa sensación la tienes todo el tiempo.
Y cuando piensas todo eso, no te animas porque consigas darte razones que contradigan tus oscuros pensamientos. La realidad, aunque te tragarías la lengua antes de admitirlo en voz alta, es que lo piensas todo el tiempo. Las razones que supuestamente te hacen sentir mejor solo son parches que contienen tu inmensa frustración por no ser más de lo que eres.

Aún así, esperas que esos parches, que contienen en mayor o menor medida la certeza de tu mediocridad, no sean necesarios a largo plazo. Siempre, desde que puedes recordar, todo aquel que has conocido se ha afanado en recordarte lo insípido de tu existencia y el poco valor de tu persona. Y cuando te hartaste de desprecios, tomaste una resolución.
La gente te recordaría, decidiste. Recordarían tu nombre, se sentirían dichosos de poder acercarse a ti, se matarían por llegar a conocerte. Les cerrarías la boca a todos esos papanatas que tienen tanto valor moral para tacharte de mediocre como una tortuga de tachar a un caracol de lento.
Pero no vas a conseguirlo de la noche a la mañana, meditas. Y lo peor es que con el tiempo tú también has empezado a creer todo lo que te han repetido una y otra vez tus allegados. Así que urdes una trama de motivos, como una especie de parche, que creen una duda razonable, una explicación a por qué no has llegado aún a triunfar que no implique que eres una paria de la sociedad.
El parche es una chapuza como otra cualquiera, y no te lo crees ni tu, pero al menos permite que los pensamientos más oscuros se vean reducidos hasta niveles admisibles, lo suficiente como para que puedas ponerte manos a la obra.

Te has dado un plazo para demostrarte a ti mismo que todos los que te han despreciado están equivocados. Y cuanto más tiempo pasa, más te cuesta mantener lejos el temido "Tenían razón". Más te cuesta, cuando cae el parche, colocarlo de nuevo. Más te cuesta seguir luchando. Cada vez que cae, cada vez que pierdes la fe en ti misma un poco más, te vuelves a preguntar cuánto tiempo soportarás esta situación hasta caer definitivamente, porque cada vez te cuesta más creer que vayas a llegar a algún lado...

Ah, pero si tú no luchas, siento mucho decirte que entonces será cuando todos ellos tendrán razón. No puedo convencerte de que no solo no eres mediocre, sino que eres especial. No puedo predecirte un futuro lleno de éxitos en el que restregarás su desprecio por la cara a todos los que no creyeron en ti.

Pero sí puedo decir con total certeza que preferirías morirte a darle la razón a esa panda de perdedores.

Comentarios

  1. Mucho ánimo, en esta vida siempre es bueno tener sueños por los que luchar. Nunca dejes de hacerlo, es una de las cosas que te hace tener una ilusión y seguir hacia delante. Hay días que una voz escondida te dirá que no puedes seguir... ¿Pero qué tendrá ella de razón sobre lo que dice? Nada, tú eres la única que puedes tener tu propia respuesta.

    Mucho ánimo y sigue hacia delante, puede que el camino no te lleve a ningún sitio pero ¿y si te lleva...? Sino lo intentas nunca lo sabrás ;)

    ResponderEliminar
  2. Muchisimas gracias ^^ Pero el texto no va tanto por mi sino por un amigo que está pasando por una situación "algo complicada". Sé que es difícil de creer, pero el post intenta ser de ánimo ^^U

    Muchas gracias por los ánimos y por el comentario :)

    ResponderEliminar
  3. Seguro que viniendo de ti se animará, para eso están los amigos, para ayudar a seguir adelante cuando uno no puede y también para compartir buenos momentos ;) Muchas denadas!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...

Harta

Estoy harta. Muy harta. Me hartaba cuando me decíais cómo debía vivir, y me callaba. Me hartaba cuando me enumerabais todo lo que era bueno o malo para mi, y me callaba. Me hartaba cuando me decíais qué fallaba en mi manera de ser, qué fallaba en mi vida, por qué no era feliz, y me callaba. Me callaba y agachaba la cabeza incluso cuando me enseñabais el tono en el que debía hablarle a los demás. Y vosotros, con vuestro inconmensurable ego sacado de Dios sabe dónde, creíais que lo hacía no por educación - cosa de la que a todas luces vosotros carecéis -, sino porque teníais razón. No os parabais a pensar que quizá lo que para vosotros era tan bueno a mi igual me parecía una mierda; simplemente "sabíais" que las cosas se debían hacer como las hacíais vosotros. Cuestionabais mi modo de vida delante de gente que me era querida y me valoraba, y no sólo me heristeis a mi, sino que hicisteis que quien os oía comenzase a pensar lo mismo que vosotros. Y aún así me callaba. Habéis hech...