¿Os acordáis de cuando éramos pequeñas, y en cuanto llegaba el verano nos plantábamos las mallas y una camiseta talla XXL, y así nos tirábamos todo Junio, Julio y Agosto?
Bueno, para los que no sepan de qué hablo, me refiero a esos lejanos tiempos precámbricos en los que las niñas y los niños se dedicaban a jugar en el parque en su tiempo libre, y no a enrollarse (y no digo una palabra más fuerte, pero se sobreentiende) entre ellos en plan colonia endogámica. Pero bueno, con un poco de esfuerzo uno puede imaginarse esos tiempos benignos en los que tanto las niñas como los niños eran pequeños entes demoníacos dopados de Red Bull en miniatura (los niños, no el Red Bull).
El caso es que el atuendo general de las niñas era unas mallas hasta medio muslo y una camiseta ancha. Las pobres madres tenían que hacer horas extra lavando ropa, o bien el armario de ropa de verano de muchas prepúberes por aquel entonces consistía en veinte camisetas idénticas y veinte pares de mallas iguales, porque daba la sensación de que las niñas no se cambiaban de ropa en todo el verano. Pero es que era lo más práctico si pensabas tirarte el día jugando al beisbol, saltando vallas y huyendo de jardineros.
Llegó una edad, eso sí, en la que dejamos de ver las mallas y las camisetas saco como un atuendo "práctico". Vamos, que práctico seguía siendo un rato, pero lo que queríamos nosotras era estar guapas, no cómodas. Así de estúpidas éramos, pero bueno, las hormonas es lo que tienen.
Así que relegamos nuestras bonitas y cómodas mallas a ropa para andar por casa, y como mucho nos las poníamos para ir al gimnasio (aunque eso dependía del tamaño del culo que tuviese una). Podían ser mallas cortitas de las que dejaban al aire la mitad del culo, hasta mitad del muslo, mitad de la pantorrilla o largas, pero no dejaban de ser mallas. Y como tales, quedaron marginadas a ropa de casa o de deporte.
Y mira tú que hace unos años, llega un señor que se dedica a diseñar ropa para mujeres, y un día, ayudando a su mujer a limpiar el armario de su hija, encuentra unas mallas a media pantorrilla. Intrigado por una prenda de ropa que no había visto en su vida (lo cual demuestra el caso que le hacía a su hija, por cierto), le pregunta a su mujer:
"¿Y esto qué es?"
"Las mallas que usaba tu hija cuando niña", le responde su mujer.
"Uhm...", musita el personaje, y se marcha llevándose las mallas, dejando a su mujer sóla con la ardua tarea de vaciar el armario de una adolescente.
Curiosamente, la primavera siguiente, la línea de ropa diseñada por este señor del que hablo tenía como estrella una prenda tremendamente original, lo nunca visto oiga, el sumun de la elegancia y el buen gusto, que lo mismo se podía llevar con deportivas que con sandalias de tacón. Esta prenda comenzó a venderse como churros en año nuevo, y marcó tendencia entre adolescentes y no tan adolescentes.
Adivináis de qué prenda hablo, ¿verdad?. Pero claro, este hombre, que se gastaba un dineral en un buen departamento de márketing, cambió el nombre a la prenda, no fuera que alguien la reconociera al nombrarla.
Así, los "leggings", arrasaron durante años, y siguen arrasando, en el mercado. Curiosamente, aunque son en todo idénticos a unas mallas de toda la vida, al cambiarles el nombre nadie se fija en las similitudes.
Así que ahora, tras años y más años relegadas a consumo hogareño y gimnastil, las mallas vuelven a inundar las calles, pero ya no con sus camisetas XXL ni sus tops deportivos, sino con todo tipo de faldas, sandalias, botas, camisetas y vestidos. Y ahora lo que quiere decir llevar leggings es que se está a la moda y se tiene buen gusto.
Pero si sales a la calle con unas mallas te siguen llamando hortera...
El mundo se está volviendo loco.
Bueno, para los que no sepan de qué hablo, me refiero a esos lejanos tiempos precámbricos en los que las niñas y los niños se dedicaban a jugar en el parque en su tiempo libre, y no a enrollarse (y no digo una palabra más fuerte, pero se sobreentiende) entre ellos en plan colonia endogámica. Pero bueno, con un poco de esfuerzo uno puede imaginarse esos tiempos benignos en los que tanto las niñas como los niños eran pequeños entes demoníacos dopados de Red Bull en miniatura (los niños, no el Red Bull).
El caso es que el atuendo general de las niñas era unas mallas hasta medio muslo y una camiseta ancha. Las pobres madres tenían que hacer horas extra lavando ropa, o bien el armario de ropa de verano de muchas prepúberes por aquel entonces consistía en veinte camisetas idénticas y veinte pares de mallas iguales, porque daba la sensación de que las niñas no se cambiaban de ropa en todo el verano. Pero es que era lo más práctico si pensabas tirarte el día jugando al beisbol, saltando vallas y huyendo de jardineros.
Llegó una edad, eso sí, en la que dejamos de ver las mallas y las camisetas saco como un atuendo "práctico". Vamos, que práctico seguía siendo un rato, pero lo que queríamos nosotras era estar guapas, no cómodas. Así de estúpidas éramos, pero bueno, las hormonas es lo que tienen.
Así que relegamos nuestras bonitas y cómodas mallas a ropa para andar por casa, y como mucho nos las poníamos para ir al gimnasio (aunque eso dependía del tamaño del culo que tuviese una). Podían ser mallas cortitas de las que dejaban al aire la mitad del culo, hasta mitad del muslo, mitad de la pantorrilla o largas, pero no dejaban de ser mallas. Y como tales, quedaron marginadas a ropa de casa o de deporte.
Y mira tú que hace unos años, llega un señor que se dedica a diseñar ropa para mujeres, y un día, ayudando a su mujer a limpiar el armario de su hija, encuentra unas mallas a media pantorrilla. Intrigado por una prenda de ropa que no había visto en su vida (lo cual demuestra el caso que le hacía a su hija, por cierto), le pregunta a su mujer:
"¿Y esto qué es?"
"Las mallas que usaba tu hija cuando niña", le responde su mujer.
"Uhm...", musita el personaje, y se marcha llevándose las mallas, dejando a su mujer sóla con la ardua tarea de vaciar el armario de una adolescente.
Curiosamente, la primavera siguiente, la línea de ropa diseñada por este señor del que hablo tenía como estrella una prenda tremendamente original, lo nunca visto oiga, el sumun de la elegancia y el buen gusto, que lo mismo se podía llevar con deportivas que con sandalias de tacón. Esta prenda comenzó a venderse como churros en año nuevo, y marcó tendencia entre adolescentes y no tan adolescentes.
Adivináis de qué prenda hablo, ¿verdad?. Pero claro, este hombre, que se gastaba un dineral en un buen departamento de márketing, cambió el nombre a la prenda, no fuera que alguien la reconociera al nombrarla.
Así, los "leggings", arrasaron durante años, y siguen arrasando, en el mercado. Curiosamente, aunque son en todo idénticos a unas mallas de toda la vida, al cambiarles el nombre nadie se fija en las similitudes.
Así que ahora, tras años y más años relegadas a consumo hogareño y gimnastil, las mallas vuelven a inundar las calles, pero ya no con sus camisetas XXL ni sus tops deportivos, sino con todo tipo de faldas, sandalias, botas, camisetas y vestidos. Y ahora lo que quiere decir llevar leggings es que se está a la moda y se tiene buen gusto.
Pero si sales a la calle con unas mallas te siguen llamando hortera...
El mundo se está volviendo loco.
Pues a menos que las niñas llevasen indígenas de civilizaciones remotas pegados a las piernas, creo que lo que te ponías eran mallas, y no mayas :-DDDDDDD
ResponderEliminarPero me ha hecho gracia, oye. llevar puesto un quetzalcoatl... como está la moda femenina. Yo me compro 10 camisetas con chorradas escritas y ya me vale para todo el año, al ser un SII (Ser Informático Isotermo)
ARGH! Me cago en... Ahora mismo lo cambio! >.<
ResponderEliminarCalla calla, a mi me hacen ir arreglada al curro, y todas mis camisetas con chorradas (For the horde!" y similiares) se han quedado muertas de risa en un cajón... Yo también soy de un par de vaqueros y diez camisetas, pero qué se le va a hacer T_T
pues yo voy al curro más desastrado imposible. Barbazas, camiseta chorra (hoy, ésta, pero en azul) y pantalones cortos.
ResponderEliminarSuerte de trabajar en una empresa mindundi que cada vez va a menos :-P
¡Esa es la que yo quiero! >w<
ResponderEliminarBueno, mientras "ir a menos" no quiera decir "dejar a todos en el paro"...
Cabrones... no sé si merece la pena leer entradas antiguas para enterarse uno de que hay gente que puede ir al curro como le de la gana. Y yo vengo como si esto fuese un funeral y yo fuera el muerto ¬¬
ResponderEliminarPD: yo quiero camisetas con chorradas! Pero no me fío con lo de comprarlas por interné, en Madrid tiene que haber tiendas que las vendan, no? Esto es la capi, hay de todo, pero eso me vine!!!
XDDD Es la gran maldición de muchos trabajadores... Se llama tener que trabajar con uniforme, pero de otro estilo ^^U A mi el otro día una amiga con la que quedé tras el curro me dijo "uy, qué mona... qué normal vas" todo sonriente XD
ResponderEliminarHombre, siempre hay camisetas frikis, si sabes dónde buscarlas... Yo las mías la mayoría las he pillado en una tienda de cómics de Callao, pero supongo que habrá más sitios (digo yo)