Ultimamente, debido a una serie de acontecimientos combinados con el alto contenido de estrógenos en sangre y mi ya de por sí voluble ánimo, han hecho que me planteara, con más frecuencia de la normal, el suicidio (¡Hola mami!).
Lo cual no está del todo bien, porque si yo me muero, ¿quién va a actualizar el blog? Pero en fin, cosas más graves han ocurrido en el mundo, como la querella contra el inventor de software para compartir archivos, los tacones en mitad del talón, o el impuesto de artículo de lujo sobre las compresas.
El caso es que esta circunstancia, tras mucha meditación, me ha hecho darme cuenta de varias cosas. En primer lugar, que tengo demasiado tiempo libre (los que me conocéis sabéis que tengo aproximadamente media hora libre a la semana... ¡Bien! ¡Sigue siendo demasiado!).
Otra cosa sobre la que he reflexionado es sobre los motivos que nos empujan a seguir viviendo, día a día, en el mundo en que nos ha tocado nacer. Porque es evidente que si me planteo el suicidio, primero tendré que sopesar si realmente me sale rentable, y para sopesarlo tengo que enumerar los pros y los contras. Y al sopesar los míos, de pronto empecé a preguntarme qué motivos tendrá la gente de a pie, esa con la que me cruzo todos los días de camino al trabajo, para seguir con sus vidas.
¿Qué motivos tendrá, por ejemplo, alguien que tenga un trabajo que deteste, y tenga que permanecer ocho horas, día tras día, en su puesto; que cuando llegue a casa por la tarde sistemáticamente ponga la televisión hasta la hora de acostarse, y que, también sistemáticamente, haga exactamente lo mismo todos los fines de semana?
¿Qué puede impulsar a vivir a una ama de casa cuyos días son todos una repetición uno del otro, donde siempre hay que limpiar, cocinar y colocar cosas para una familia que le deja sola la mayor parte del día y solo vuelve para demandarle alimento y cama, donde las únicas satisfacciones sean observar en la televisión como un montón de famosos se insultan los unos a los otros, comprovando así que no es la única que lo pasa mal en el mundo?
¿Qué anima a vivir al hombre casado con una mujer a la que odia, que anhela el calor y la cercanía de toda jovencita sonriente que se le cruza, pero que tiene que convivir con alguien que le hace sentir infeliz y amargado día tras día, y cuya única vía de escape es observar lo que no puede tener en internet?
¿Y a la mujer casada con un hombre al que odia, que le hace sentir inferior y desgraciada cada vez que se atreve a mirarlo a la cara, que cree que ella es su criada, y que, cuando los dos llegan cansados del trabajo, se sienta ante el televisor esperando que cumpla con su deber de buena ama de casa?
¿Cuál será la fuerza que empuja hacia adelante al estudiante que sabe de antemano que su destino va a ser el de toda la gente que le da tanto asco ahora?
Me gustaría saber cuál es la fuerza que nos empuja, no solo a mi sino al resto del mundo, hacia adelante. Vale que el instinto de supervivencia juega un papel importante, pero me niego a creer que sea únicamente la inercia lo que nos mueve, lo que nos motiva. Tiene que haber algo, por nimio que sea, que haga que nos levantemos con ilusión al ver que llega otro día, que haga que nos despertemos con ganas de vivir.
¿O quizá lo que falla es que nos levantamos sin ganas de vivir?
Bueno, ya paro, que tampoco quiero incitar el suicidio colectivo... Pero estaría bien que meditásemos más a menudo sobre lo que hace que sigamos aquí... y sobre lo que podemos hacer para que siga mereciendo la pena. ¿No creéis?
Lo cual no está del todo bien, porque si yo me muero, ¿quién va a actualizar el blog? Pero en fin, cosas más graves han ocurrido en el mundo, como la querella contra el inventor de software para compartir archivos, los tacones en mitad del talón, o el impuesto de artículo de lujo sobre las compresas.
El caso es que esta circunstancia, tras mucha meditación, me ha hecho darme cuenta de varias cosas. En primer lugar, que tengo demasiado tiempo libre (los que me conocéis sabéis que tengo aproximadamente media hora libre a la semana... ¡Bien! ¡Sigue siendo demasiado!).
Otra cosa sobre la que he reflexionado es sobre los motivos que nos empujan a seguir viviendo, día a día, en el mundo en que nos ha tocado nacer. Porque es evidente que si me planteo el suicidio, primero tendré que sopesar si realmente me sale rentable, y para sopesarlo tengo que enumerar los pros y los contras. Y al sopesar los míos, de pronto empecé a preguntarme qué motivos tendrá la gente de a pie, esa con la que me cruzo todos los días de camino al trabajo, para seguir con sus vidas.
¿Qué motivos tendrá, por ejemplo, alguien que tenga un trabajo que deteste, y tenga que permanecer ocho horas, día tras día, en su puesto; que cuando llegue a casa por la tarde sistemáticamente ponga la televisión hasta la hora de acostarse, y que, también sistemáticamente, haga exactamente lo mismo todos los fines de semana?
¿Qué puede impulsar a vivir a una ama de casa cuyos días son todos una repetición uno del otro, donde siempre hay que limpiar, cocinar y colocar cosas para una familia que le deja sola la mayor parte del día y solo vuelve para demandarle alimento y cama, donde las únicas satisfacciones sean observar en la televisión como un montón de famosos se insultan los unos a los otros, comprovando así que no es la única que lo pasa mal en el mundo?
¿Qué anima a vivir al hombre casado con una mujer a la que odia, que anhela el calor y la cercanía de toda jovencita sonriente que se le cruza, pero que tiene que convivir con alguien que le hace sentir infeliz y amargado día tras día, y cuya única vía de escape es observar lo que no puede tener en internet?
¿Y a la mujer casada con un hombre al que odia, que le hace sentir inferior y desgraciada cada vez que se atreve a mirarlo a la cara, que cree que ella es su criada, y que, cuando los dos llegan cansados del trabajo, se sienta ante el televisor esperando que cumpla con su deber de buena ama de casa?
¿Cuál será la fuerza que empuja hacia adelante al estudiante que sabe de antemano que su destino va a ser el de toda la gente que le da tanto asco ahora?
Me gustaría saber cuál es la fuerza que nos empuja, no solo a mi sino al resto del mundo, hacia adelante. Vale que el instinto de supervivencia juega un papel importante, pero me niego a creer que sea únicamente la inercia lo que nos mueve, lo que nos motiva. Tiene que haber algo, por nimio que sea, que haga que nos levantemos con ilusión al ver que llega otro día, que haga que nos despertemos con ganas de vivir.
¿O quizá lo que falla es que nos levantamos sin ganas de vivir?
Bueno, ya paro, que tampoco quiero incitar el suicidio colectivo... Pero estaría bien que meditásemos más a menudo sobre lo que hace que sigamos aquí... y sobre lo que podemos hacer para que siga mereciendo la pena. ¿No creéis?
Partiendo de la base de que hablamos de gente corriente y moliente, como tu y como yo, creo que puedo atreverme a afirmar como verdad absoluta que NADIE se levanta TODOS los días con ilusión por vivir. Por lo menos la gente corriente. Aparte están los iluminados, pero esos juegan en otra liga. Y aun así tengo entendido que ni ellos son totalmente inmunes al sufrimiento y la desesperación.
ResponderEliminarRespecto a los motivos que impulsan adelante a pesar del desánimo... es una buena cuestión que no tiene respuesta fácil. Cada situación tiene la suya, cada persona tiene la suya. El que odia su trabajo sueña con unas merecidas vacaciones... la sufrida ama de casa puede encontrar recompensa en la sonrisa de su hijo pequeño... La única forma de saberlo es preguntárselo, supongo, pero es difícil que alguien vaya a responder con honestidad tan delicada cuestión.
Los que se encuentran en una mala situación hallan su impulso en la promesa de un cambio a mejor. Y, en la mayoría de los casos, el tiempo acaba demostrando que tenían razón. Al fin y al cabo, toda situación, buena o mala, es transitoria. Todo pasa.
Comprendo tu curiosidad en conocer las respuestas de otros, pero no te engañes pensando que conocerlas te revelará cuál es la tuya. Eres tu quien debe elegir tu respuesta, en cada momento, para cada situación.
Tal vez lo que hace que sigamos aquí es la búsqueda de esa respuesta, que ni es universal para todo ser humano, ni es inamovible en el tiempo.
Cada persona tiene la suya. Cada situación tiene la suya.
Estoy aqui para hablar cuando quieras. Ánimo y suerte ^_^
Yo ya encontré la mía. Y como bien dices, es difícil que alguien vaya a responder con honestidad. En primer lugar, yo, que soy la que plantea la pregunta, me la callo ^^U
ResponderEliminarDesde que alguien me dijo que mis problemas eran una sarta de gilipolleces, me he vuelto algo más reservada. "Algo", que no mucho. Ya veremos si nos vemos en un día en el que esté habladora :P
En mi caso. Como bien han comentado, no me levanto de un salto mirando por la ventana y diciendo: Que gran dia para vivir!. Eso solo pasaba hace tiempo y bajo circustancia muy concretas.
ResponderEliminarLa verdad que supongo que es algo que uno se pregunta de vez en cuando. En mi caso, la responsabilidad con mi familia directa, aunque suene mal. Se que si algun dia pasara algo asi quien peor lo va a pasar no voy a ser yo y que lo pasaría mal gente que no tiene nada ver. Asi que por ahora sigo asi cuando ya no tenga esa responsabilidad pues ya se vera la cosa.
Pues sí, la verdad es que el que menos mal lo pasa es quien lo hace...
ResponderEliminarNo suena mal, no. Suena crudo, pero supongo que precisamente por sonar tan crudo debe de ser cierto... ._.
Bueno joer, que parece que llevo una muñequera de cuchillas xD.
ResponderEliminarNo se, estas poniendo tambien situaciones extremas y que parece que no se puede cambiar nada de ellas. Mucha gente sigue por inercia simple y llanamente aunque te cueste creerlo es asi.
La rutina tambien es muy comoda.
A ver, cuando escribí este post estaba realmente emo, pero no es que no se pueda cambiar nada, es que no veo que nadie a mi alrededor lo haga.
ResponderEliminarSí que sé que la inercia es cómoda para la mayoría de la gente, lo veo día a día en el curro, en clase, saliendo los fines de semana... Son felices así, y les envidio por ello, en serio. En el post sólo estaba preguntándome qué es lo que nos hace seguir adelante... si es la inercia, es la inercia, no tiene por qué haber un gran motivo que lo explique.
Si les sirve, me alegro por ellos. Ojalá a mi también me sirviera, así me ahorraría las comidas de tarro tan chulas que tengo ^^U