Ayer por la mañana me despertó la agradable sensación de algún tendón en mi gemelo izquierdo decidiendo ver mundo. Hay pocas cosas realmente buenas en la vida, y creo que despertarse con un tirón en la pierna es una de ellas. Nadie debería morirse sin haberlo experimentado al menos un par de veces. Especialmente la gente que me cae mal.
Unos veinte minutos después, cuando el dolor dejó de llenarlo todo en la habitación, conseguí levantarme, vestirme, y llegar cojeando hasta el trabajo. Fue especialmente divertido verme bajar las escaleras de Atocha a la pata coja a todo correr porque se me iba el tren. Parecía alguna especie de ave palmípeda en su ritual de apareamiento - y así habría sido, si no fuera porque el civil contra el que me choqué al tropezar en el último tramo tenía aproximadamente 200 años. Como trabajo sentada, tampoco fue una molestia tener que coger el ascensor hasta para ir al baño, pero la cosa es que el gemelo de las narices no me dejo de doler en todo el día.
Y mira tú por dónde que hoy, cuando suena el despertador, me ha despertado la misma agradable sensación, solo que en los dos gemelos. Así, como Dios manda, las cosas o se hacen bien o no se hacen, leñe.
Me he tirado gran parte de la mañana retorciéndome de dolor, intentando por todos los medios ponerme de pie cuando oía sonar el móvil desde el salón - siempre, SIEMPRE, me pongo el móvil en la cabecera de la cama al acostarme, pero anoche, por algún motivo que desconozco, me lo dejé en el salón... - y gritando como una energúmena cada vez que apoyaba el peso de mi cuerpo en el suelo y me daba cuenta de lo difícil que es usar tus músculos cuando no están todos en su sitio.
Tras una conversación muy larga con todos los tendones viajeros, que ha durado aproximadamente hasta las tres de la tarde, he conseguido convencerles de que volviesen a su lugar, si bien los del gemelo izquierdo siguen reticentes a mi petición, y de vez en cuando se mueven sólo para demostrar su rebeldía. Tengo que ensayar mi argumentación para la próxima vez que quiera convencer a un puñado de tejido muscular de que salirse del sitio que fue diseñado para él es una mala idea.
Para cuando he llegado al móvil, este ya llevaba calladito un buen rato, y la lista de llamadas y mensajes recibidos me ha hecho pensar que si quiero aumentar mi popularidad, quizá haría bien en dejarme el móvil en casa un par de días. El número de personas que quieren dar conmigo cuando no tengo el teléfono a mano es ridículamente alto. Sobre todo teniendo en cuenta que cuando llevo el móvil encima sólo me llegan mensajes de publicidad de Movistar.
Y bueno, el resto del día se me ha ido en llamar a algún número de teléfono desde el que pudiesen enviarme un médico a casa - ni me preguntéis cuántos intentos ha habido antes de conseguirlo -, intentar convencer al médico de que no he hecho ejercicios fuertes en las últimas horas - ni días, ni semanas... - y asegurarle que no saldré de casa hasta que el gemelo izquierdo deje de dolerme.
Pero una cosa, ir al trabajo no es salir de casa, eh? Qué listo el tío. Claro, como él ya tiene las facturas pagadas...
Ya mañana, si consigo arrastrarme al curro aunque sea haciendo el pino - juro que si lo hago así le pediré a alguien que me fotografíe y subiré la foto al blog - volveré a mi ritmo de chorrocientas entradas al día.
Dios, que alguien me de trabajo que hacer, por favor. No estoy diciendo que me aburra postear, pero coño, que ya que paso ocho horas al día encerrada en una oficina helándome, al menos sea por un buen motivo, no?
Unos veinte minutos después, cuando el dolor dejó de llenarlo todo en la habitación, conseguí levantarme, vestirme, y llegar cojeando hasta el trabajo. Fue especialmente divertido verme bajar las escaleras de Atocha a la pata coja a todo correr porque se me iba el tren. Parecía alguna especie de ave palmípeda en su ritual de apareamiento - y así habría sido, si no fuera porque el civil contra el que me choqué al tropezar en el último tramo tenía aproximadamente 200 años. Como trabajo sentada, tampoco fue una molestia tener que coger el ascensor hasta para ir al baño, pero la cosa es que el gemelo de las narices no me dejo de doler en todo el día.
Y mira tú por dónde que hoy, cuando suena el despertador, me ha despertado la misma agradable sensación, solo que en los dos gemelos. Así, como Dios manda, las cosas o se hacen bien o no se hacen, leñe.
Me he tirado gran parte de la mañana retorciéndome de dolor, intentando por todos los medios ponerme de pie cuando oía sonar el móvil desde el salón - siempre, SIEMPRE, me pongo el móvil en la cabecera de la cama al acostarme, pero anoche, por algún motivo que desconozco, me lo dejé en el salón... - y gritando como una energúmena cada vez que apoyaba el peso de mi cuerpo en el suelo y me daba cuenta de lo difícil que es usar tus músculos cuando no están todos en su sitio.
Tras una conversación muy larga con todos los tendones viajeros, que ha durado aproximadamente hasta las tres de la tarde, he conseguido convencerles de que volviesen a su lugar, si bien los del gemelo izquierdo siguen reticentes a mi petición, y de vez en cuando se mueven sólo para demostrar su rebeldía. Tengo que ensayar mi argumentación para la próxima vez que quiera convencer a un puñado de tejido muscular de que salirse del sitio que fue diseñado para él es una mala idea.
Para cuando he llegado al móvil, este ya llevaba calladito un buen rato, y la lista de llamadas y mensajes recibidos me ha hecho pensar que si quiero aumentar mi popularidad, quizá haría bien en dejarme el móvil en casa un par de días. El número de personas que quieren dar conmigo cuando no tengo el teléfono a mano es ridículamente alto. Sobre todo teniendo en cuenta que cuando llevo el móvil encima sólo me llegan mensajes de publicidad de Movistar.
Y bueno, el resto del día se me ha ido en llamar a algún número de teléfono desde el que pudiesen enviarme un médico a casa - ni me preguntéis cuántos intentos ha habido antes de conseguirlo -, intentar convencer al médico de que no he hecho ejercicios fuertes en las últimas horas - ni días, ni semanas... - y asegurarle que no saldré de casa hasta que el gemelo izquierdo deje de dolerme.
Pero una cosa, ir al trabajo no es salir de casa, eh? Qué listo el tío. Claro, como él ya tiene las facturas pagadas...
Ya mañana, si consigo arrastrarme al curro aunque sea haciendo el pino - juro que si lo hago así le pediré a alguien que me fotografíe y subiré la foto al blog - volveré a mi ritmo de chorrocientas entradas al día.
Dios, que alguien me de trabajo que hacer, por favor. No estoy diciendo que me aburra postear, pero coño, que ya que paso ocho horas al día encerrada en una oficina helándome, al menos sea por un buen motivo, no?
Animo con esos tendones. Has probado a tomar un relajante muscular o un antiinflamatorio(aunque quiza sea una medida un poco drastica), a mi me tocaban sufrir problemas musculares mediante una exjefa que no dejaba hacerse nudos por la espalda, hablaba tanto del tema que ya te dolia a ti de solo oirla y le funcionaban muy bien.
ResponderEliminarY si, en el curro esa sensación de: ¿"Que hago aqui?, podria estar haciendo desde cualquier otra parte pero tengo que estar aqui".
Es asquerosa, no se si hay curro se curra. Pero estar ahi, por que ahi que estar me parece un atraso enorme, como el tema de echar horas por que estas los compañeros tambien echando horas aunque tu curro este listo y claro sientes esa presión de ser "El que se va antes que el resto y curra poco".
Hombre, si no me hubiera gustado no habría seguido leyendo. Pero sí, estoy un poco enfermo ^^
ResponderEliminarUm... no sé si conozco la sensación que describes, es lo mismo que lo de que se suba la bola? En fin, por ahora mi cuerpo no se me rebela hasta esos extremos, salvo por estímulos visuales externos que ahora en verano se dan más de lo que desearía. Esperemos que siga así, y que mejores tus dotes de negociadora con tus tendones ^^
coincido con Asbeel; lo de que se te descoloque un gemelo (lo de que "se suba la bola" me suena demasiado a brrrrr....) es un putadón,... pero no te deja en ese estado que describes, por lo que creo que no va a ser lo mismo. O eso, o yo soy muy bruto.
ResponderEliminaránimo con los tendones. Si se ponen tontos, amenaza con sustituirlos por cuerdas de violín; si algo tienen bueno los tendiones, es que no saben mucho de biología y se acojonan fijo. Es como cuando decides que vas a sustituir tu vieja impresora proque no da más que problemas y va la jodía y empieza a funcionar perfecta.
Nada de negociación. ¡Acojonación! :-D
Gracias por los ánimos a los tres... El médico me dijo que igual eran los nervios, me preguntó si estoy en tensión ultimamente, y yo casi me acuerdo de toda su familia. Pero mi madre me ha dicho lo mismo, que a ella también le dan esas cosas y que son nervios. Lo cual no me consuela en absoluto, por cierto ._.
ResponderEliminarYa puedo caminar ^^ (otra cosa es subir y bajar escaleras, pero todo se andará XD) pero por las caras que me han puesto en el curro, me da que la próxima vez que me de un chungo de esos me va a tocar ir al curro aunque sea en taxi...