Hay ciertas ocasiones en la vida de una persona, en las que se da cuenta de que algo no encaja.
Como cuando en unas oficinas ponen el aire acondicionado a 10 grados centígrados pese a que la temperatura en el exterior es de 5. O como cuando oyes a dos hombres - heterosexuales - charlar animadamente sobre ropa en el baño. O como cuando una va a comprarse ropa, y en las tiendas de tallas normales la miran mal y la mandan a tallas especiales, y en las de tallas especiales la miran mal y la mandan a tallas normales.
Esta mañana yo también he sentido que algo no terminaba de cuadrar en mi ecosistema. Pongo en situación: Estaba yo desayunando tranquilamente en una cafetería cuyos habituales pueden ser catalogados como uno o más de lo siguiente.
a)Usuarios habituales de los beneficios del Inserso.
b)Ejecutivos agresivos con mucha prisa y mono de tabaco.
c)Señoras de la limpieza con una gran necesidad de que les laven la boca con lejía.
d)Jardineros y barrenderos más necesitados de un polvo que yo dentro de un par de meses.
El caso es que me estoy volviendo habitual de esa cafetería. A veces me asalta la duda de a cuál de los grupos perteneceré. Igual inauguro el grupo
e)Jovencitas recién levantadas que necesitan un mínimo de tres cafés para comenzar a articular frases con sentido
pero quién sabe, no descarto pertenecer a ninguno de los anteriores, sobre todo a la velocidad que voy perdiendo la cordura últimamente.
El caso es que estaba yo sorbiendo mi bendita cafeína de un vaso, e intentando respirar la menor cantidad posible del humo del cigarro del señor de mi izquierda, cuando veo entrar en la cafetería a una muñeca de Mattel.
La chica parecía recién sacada del blister, con su pelito negro corto engominado a lo garçon, pendientes de azabache negros cayéndole sobre los hombros, maquillaje impoluto y sólo levemente excesivo, conjuntito de ropa fashion, bolsazo de cuero blanco a lo Barbie Superstar... Vamos, que la niña era, e iba hecha, un pincel.
Normalmente me suelo sentir intimidada por la planta y la seguridad que emanan las Barbies a tamaño natural, y hoy habría sido un buen día para hacerlo, aprovechando que mi pelo se ha esponjado con la humedad de tal manera que parezco la Bruja Avería. Pero es que ya estoy un poco hasta los cojones de sentirme intimidada por figurines. Deberían ser ellas las intimidadas por mi, no las fuera a soplar y salieran volando.
Así que sólo la miré con curiosidad mientras seguía desayunando.
Mientras la muñeca de Mattel pedía un café con leche muy largo de café con una voz que delataba que había estudiado como poco en el Retamar, una de las pertenecientes al grupo c) se acercó a la barra y comenzó a insultar a gritos al camarero por no haberle puesto el café con leche fría. Mientras el camarero le decía muy amablemente a la parroquiana que soplase más fuerte, la Barbie Superstar pidió no uno, sino dos donuts con chocolate para acompañar la bomba de cafeína.
Mi sándwich mixto y yo nos miramos asombrados. Él preguntó en voz alta dónde narices metería la niña aquella cantidad de colesterol, pero yo le repliqué que bajase el tono, no fuera a ser que la muñeca llevase sistema acústico incorporado.
Seguí pasmada observando cómo se metía en la boca prácticamente medio donut sin pestañear, mientras de fondo una masa informe muy grande y cubierta con una tela de flores iba de un lado a otro exigiendo un café más frío. Supongo que las muñecas modernas llevarán incorporado algún tipo de sistema para picar la comida que ingieren de modo que no tengan que estropearse los dientes masticando, pero aún así ver cómo ésta se trababa el donut como quien se come un lacasito me resultó perturbador. Y curiosamente, me hizo pensar en "V".
Cuando la niña se marchó, meneando sus inexistentes caderas al mismo ritmo que los cuellos de todos los parroquianos, yo a donde miré fue a mi plato. La Barbie había llegado cuando yo estaba a medio desayunar, y cuando ella se fue, un café y dos donuts después, mi sándwich todavía daba vueltas por el plato, ansiando vivir aventuras.
Qué cosas, oye. Igual las Barbies de última generación son rumiantes o algo. Pero claro, ahora que lo pienso, si las hacen de plástico, es natural que puedan comer todo lo que les de la gana sin engordar. Necesitarían una visita al muñequero para que les colocase cartucheras de látex a los lados del culo, y eso seguro que cuesta dinero. Les sale más rentable permanecer con el cuerpo que les ponen de fábrica. Que hoy en día nadie se libra de la crisis, oiga.
Como cuando en unas oficinas ponen el aire acondicionado a 10 grados centígrados pese a que la temperatura en el exterior es de 5. O como cuando oyes a dos hombres - heterosexuales - charlar animadamente sobre ropa en el baño. O como cuando una va a comprarse ropa, y en las tiendas de tallas normales la miran mal y la mandan a tallas especiales, y en las de tallas especiales la miran mal y la mandan a tallas normales.
Esta mañana yo también he sentido que algo no terminaba de cuadrar en mi ecosistema. Pongo en situación: Estaba yo desayunando tranquilamente en una cafetería cuyos habituales pueden ser catalogados como uno o más de lo siguiente.
a)Usuarios habituales de los beneficios del Inserso.
b)Ejecutivos agresivos con mucha prisa y mono de tabaco.
c)Señoras de la limpieza con una gran necesidad de que les laven la boca con lejía.
d)Jardineros y barrenderos más necesitados de un polvo que yo dentro de un par de meses.
El caso es que me estoy volviendo habitual de esa cafetería. A veces me asalta la duda de a cuál de los grupos perteneceré. Igual inauguro el grupo
e)Jovencitas recién levantadas que necesitan un mínimo de tres cafés para comenzar a articular frases con sentido
pero quién sabe, no descarto pertenecer a ninguno de los anteriores, sobre todo a la velocidad que voy perdiendo la cordura últimamente.
El caso es que estaba yo sorbiendo mi bendita cafeína de un vaso, e intentando respirar la menor cantidad posible del humo del cigarro del señor de mi izquierda, cuando veo entrar en la cafetería a una muñeca de Mattel.
La chica parecía recién sacada del blister, con su pelito negro corto engominado a lo garçon, pendientes de azabache negros cayéndole sobre los hombros, maquillaje impoluto y sólo levemente excesivo, conjuntito de ropa fashion, bolsazo de cuero blanco a lo Barbie Superstar... Vamos, que la niña era, e iba hecha, un pincel.
Normalmente me suelo sentir intimidada por la planta y la seguridad que emanan las Barbies a tamaño natural, y hoy habría sido un buen día para hacerlo, aprovechando que mi pelo se ha esponjado con la humedad de tal manera que parezco la Bruja Avería. Pero es que ya estoy un poco hasta los cojones de sentirme intimidada por figurines. Deberían ser ellas las intimidadas por mi, no las fuera a soplar y salieran volando.
Así que sólo la miré con curiosidad mientras seguía desayunando.
Mientras la muñeca de Mattel pedía un café con leche muy largo de café con una voz que delataba que había estudiado como poco en el Retamar, una de las pertenecientes al grupo c) se acercó a la barra y comenzó a insultar a gritos al camarero por no haberle puesto el café con leche fría. Mientras el camarero le decía muy amablemente a la parroquiana que soplase más fuerte, la Barbie Superstar pidió no uno, sino dos donuts con chocolate para acompañar la bomba de cafeína.
Mi sándwich mixto y yo nos miramos asombrados. Él preguntó en voz alta dónde narices metería la niña aquella cantidad de colesterol, pero yo le repliqué que bajase el tono, no fuera a ser que la muñeca llevase sistema acústico incorporado.
Seguí pasmada observando cómo se metía en la boca prácticamente medio donut sin pestañear, mientras de fondo una masa informe muy grande y cubierta con una tela de flores iba de un lado a otro exigiendo un café más frío. Supongo que las muñecas modernas llevarán incorporado algún tipo de sistema para picar la comida que ingieren de modo que no tengan que estropearse los dientes masticando, pero aún así ver cómo ésta se trababa el donut como quien se come un lacasito me resultó perturbador. Y curiosamente, me hizo pensar en "V".
Cuando la niña se marchó, meneando sus inexistentes caderas al mismo ritmo que los cuellos de todos los parroquianos, yo a donde miré fue a mi plato. La Barbie había llegado cuando yo estaba a medio desayunar, y cuando ella se fue, un café y dos donuts después, mi sándwich todavía daba vueltas por el plato, ansiando vivir aventuras.
Qué cosas, oye. Igual las Barbies de última generación son rumiantes o algo. Pero claro, ahora que lo pienso, si las hacen de plástico, es natural que puedan comer todo lo que les de la gana sin engordar. Necesitarían una visita al muñequero para que les colocase cartucheras de látex a los lados del culo, y eso seguro que cuesta dinero. Les sale más rentable permanecer con el cuerpo que les ponen de fábrica. Que hoy en día nadie se libra de la crisis, oiga.
"cómo se metía en la boca prácticamente medio donut sin pestañear, mientras de fondo una masa informe muy grande y cubierta con una tela de flores iba de un lado a otro exigiendo un café más frío"
ResponderEliminarxDD Me encantan esos momentos surrealistas con que a veces nos sorprende la vida, en los cuales te preguntas si es que estás soñando o es que te has metido sin querer en una pelicula de Ben Stiller. O quizás las dos cosas a la vez
Ya te digo. Yo pensé lo mismo el otro día cuando fui a rodar una peli sobre la guerra de Vietnam a una jungla en Asia, y el director, que era el único que sabía cómo llamar al helicóptero de rescate, pisó una granada abandonada, y nos tuvimos que abrir paso hasta el río solo armados con armas de fogueo y un mapa, y uno de nosotros se perdió y tuvimos que ir a rescatarlo a una aldea de vietcongs que traficaban con heroína... Ah, no, espera, que eso sí que es una peli de Ben Stiller... XDDDDD
ResponderEliminarMe arriesgaré a ser preguntona... ¿¿"V"?? ¿¿Una alienigena de la serie esa antigua de tv en la cual ponían a la gente de perfil para comerse cuchillos y ratas??
ResponderEliminarO,o conoces a gente muy rara... Mariu (y creo que debería de incluirme en esa lista...)
No que va, si a esa no la conozco. Sólo ha venido un día a la cafetería donde suelo desayunar... Chica, yo no busco a la gente rara, ¡la gente rara me busca a mi! XDDDDD
ResponderEliminarY sí, esa "V". :P
Como echo de menos las cafeterias de España :(. Si ;con su humo su ruido, sus cafes del tiempo en donde puedes fundir plomo. No se ahora que no tengo la oportunidad de ir a una lo echo de menos y bueno ya si son de la zona centro de Madrid los cafes, la fauna local si que es de lo mas variada y surrealista.
ResponderEliminarBen Stiller, aaaah... la gente todavía intenta apalearme con mofetas muertas en la cara cuando digo que me gusta 'zoolander' y 'Tropic Thunder'
ResponderEliminarRespecto a dónde va el donut, podría asegurar que se va en su spa "oseanoquieroungramodegrasaenmicuerpo"
@Kagemaru: Qué gran verdad lo de los cafés XD Esa es una de las cosas de Madrid que no cambiaría ni por todo el oro del mundo (bueno, quizá por todo, todo, sí lo cambiaba... pero reticente, eh?)
ResponderEliminar@Ender: Es que son buenísimas!!!! Precisamente Tropic Thunder la vi en versión extendida el miércoles pasado, y no pude parar de reirme XD A ver si me pillo Zoolander y practico mi mirada Acero Azul...
Respecto al donut, bueno, mi teoría es que luego no come nada más en todo el día, pero es que eso no es gracioso, si lo pongo en la entrada del blog igual pierde la gracia ._. Aunque lo de que se le va todo en el spa que yo me moriré sin poder pagar también tiene fundamento...
Por cierto que hoy también la he visto, saliendo de la cafetería cuando yo entraba. Tengo que pillarle la hora exacta y empezar a escribir su crónica...