Siempre he sospechado que mi ordenador había salido de fábrica con un poquito de mala leche.
Se ve que al comprarlo por piezas, se debió colar un chip de personalidad o algo, y en vez de hacer que la torre fuese bailando a comprar naranjas y cantara por los pasillos, la convirtió en lo que en jerga informática denominamos "un pedazo de hijo de puta con pintas".
Pese a mi hándicap inicial de dos cromosomas X en el par 23 de mi carga genética, los aparatos electrónicos y yo siempre nos hemos llevado bastante bien. Incluso cuando me compré mi propio ordenador, un portátil que de portátil sólo tenía el nombre, nos llevábamos bastante bien. Él se dejaba instalar el Debian y Windows en el disco duro y me dejaba jugar al World of Warcraft con un lag tolerable, y yo a cambio no lo apagaba tirando del cable de alimentación muy a menudo. It was a win-win, que dirían los anglomanes.
Pero lo de mi último ordenador es de coña.
La última ha tenido bastante que ver con mi receptor wifi. Cuando me fui de casa de mis padres, aparte de un par de maldiciones maternas me llevé el receptor wifi de telefónica. Naturalmente, pensaba devolverlo.
Algún día.
Y hete aquí que en el tercer piso en el que me tocó vivir - sí, el de la putas de "es que viene una superamigui y hemos decidido echarte" - la recepción de la señal era algo complicada, más que nada por el número de paredes entre el emisor y el receptor. Así que me compré un receptor de esos que pone "Cisco" en la caja, nombrecillo que, junto con el precio del aparato, inspira mucha confianza. Según el texto de la caja, si había un router en la Corea Sudafricana, el cacharrito lo detectaba.
Así que instalé el programita de monitorización de redes que venía en el cd. Sin desinstalar el de Telefónica que tenía desde hace años.
El resultado fue que la siguiente vez que encendí el ordenador, entre pantallas azules y ventanitas de error de conflicto, sólo faltó una cuenta atrás para que aquello pareciese el panel de mandos del doctor Maligno.
Aún no sé cómo se dejó restaurar a un estado anterior, pero el caso es que lo hizo. El terror que pasé aquella tarde no se puede describir con palabras... Porque que tras reiniciar en modo seguro tres veces el ordenador te avise de que algo va tan mal que va a petar cuando le des a "Aceptar", sólo es superado por el que pete sin avisarte...
Con la lección aprendida, y ya en el que parece que va a ser mi hogar hasta por lo menos Junio - Dios mediante -, cuando vi que el receptor de telefónica no captaba la red, pensé en volver a comprar el receptor de la muerte arcana. Pero esta vez fui más lista, y desinstalé el monitorizador de redes inalámbricas que tenía.
Y tras instalar de nuevo el programa del receptor de Lynksis, descubrí una cosa.
Que nunca hay que fiarse de las ventanas de diálogo en las que ponga "desinstalación terminada con éxito".
Porque el programa seguía ahí, cual conejito de Duracell desbocado. Y no se dejaba ejecutar ni eliminar, ya fuera usando el panel de control o borrando los archivos. Simplemente seguía ahí, creando conflictos con el nuevo programa y no dejándole funcionar, haciendo que salieran muchas pantallitas de error de bibliotecas Visual C++, y dándome mucho por culo - figuradamente, claro.
Unos días después se me ocurrió la peregrina idea de que quizá, sólo quizá, en el cd de instalación podría venir la opción de borrar el programa.
Idea que fue totalmente acertada, por cierto.
Ah, entonces todo solucionado, pensaréis.
Pues no.
Porque con el programa desinstalado y todo, el nuevo monitor de redes inalámbricas seguía dando error. Y por algún extraño motivo tampoco se dejaba borrar, ni siquiera con el cd de instalación. No sé por qué estos programas le tienen tanto apego al ordenador, la verdad. Ni que fuera un hotel de cinco estrellas.
Desesperada, aprovecho un momento de despiste del receptor, me conecto a una red no segura que pasaba por ahí, y me descargo un desinstalador. Para borrar el programita tuve que "forzar el borrado de todo rastro del programa del equipo", porque sólo con desinstalar me decía que gracias por intentarlo y que volviera otro día.
Así que por fin sale la pantalla de progreso, y yo comienzo a ser feliz... por pocos momentos. Porque la siguiente pantalla que sale me indica que los archivos de registro y de sistema del programa que quiero erradicar de la faz de mi disco duro sólo pueden ser borrados si compro el programa.
...
Ya bastante falta de mis capacidades mentales, le doy a comprar. Todo sea por borrar el puto programa del ordenador, me digo. Meto todos los datos que me piden, pago por paypal, y cuando están revisando la transacción y enviándome el número de serie al correo...
El receptor se da cuenta de lo que sucede, y corta la recepción de red.
Tras el pertinente ataque de histeria, una de mis compañeras de piso, cuyo portátil es mucho más dócil que mi mostrenco de sobremesa y además coge la red del vecino, me dejó mirar internet.
Y allí estaba, en mi bandeja de entrada, el número de serie.
Introducir la clave, borrar todo rastro del puto programa de monitorización de redes de los cojones - el programa, no las redes -, volver a instalarlo, y comprobar que ya no daba errores y que no cogía la red del piso correctamente casi me hizo gritar de alegría. Sigo sin tener internet, pero eso es problema del router no del ordenador. Y yo conseguí reparar los errores, y de rebote he comprado un programa que te borra todo lo que haya que borrar. Me pregunto si podrá con las marcas de los golpes en la carcasa...
Aún así, mi ordenador es el único de toda la casa que no pilla la red - que es de un triste mega, por cierto -. Pero eso es en parte porque sólo se coge bien en el salón y yo soy la única que no tiene un portátil, y en parte porque en las habitaciones todas se conectan a redes no seguras de los vecinos o locales cercanos, pero mi habitación no da a la calle, y en el patio interior, por no captar no capto ni la luz del día por la ventana.
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Se ve que al comprarlo por piezas, se debió colar un chip de personalidad o algo, y en vez de hacer que la torre fuese bailando a comprar naranjas y cantara por los pasillos, la convirtió en lo que en jerga informática denominamos "un pedazo de hijo de puta con pintas".
Pese a mi hándicap inicial de dos cromosomas X en el par 23 de mi carga genética, los aparatos electrónicos y yo siempre nos hemos llevado bastante bien. Incluso cuando me compré mi propio ordenador, un portátil que de portátil sólo tenía el nombre, nos llevábamos bastante bien. Él se dejaba instalar el Debian y Windows en el disco duro y me dejaba jugar al World of Warcraft con un lag tolerable, y yo a cambio no lo apagaba tirando del cable de alimentación muy a menudo. It was a win-win, que dirían los anglomanes.
Pero lo de mi último ordenador es de coña.
La última ha tenido bastante que ver con mi receptor wifi. Cuando me fui de casa de mis padres, aparte de un par de maldiciones maternas me llevé el receptor wifi de telefónica. Naturalmente, pensaba devolverlo.
Algún día.
Y hete aquí que en el tercer piso en el que me tocó vivir - sí, el de la putas de "es que viene una superamigui y hemos decidido echarte" - la recepción de la señal era algo complicada, más que nada por el número de paredes entre el emisor y el receptor. Así que me compré un receptor de esos que pone "Cisco" en la caja, nombrecillo que, junto con el precio del aparato, inspira mucha confianza. Según el texto de la caja, si había un router en la Corea Sudafricana, el cacharrito lo detectaba.
Así que instalé el programita de monitorización de redes que venía en el cd. Sin desinstalar el de Telefónica que tenía desde hace años.
El resultado fue que la siguiente vez que encendí el ordenador, entre pantallas azules y ventanitas de error de conflicto, sólo faltó una cuenta atrás para que aquello pareciese el panel de mandos del doctor Maligno.
Aún no sé cómo se dejó restaurar a un estado anterior, pero el caso es que lo hizo. El terror que pasé aquella tarde no se puede describir con palabras... Porque que tras reiniciar en modo seguro tres veces el ordenador te avise de que algo va tan mal que va a petar cuando le des a "Aceptar", sólo es superado por el que pete sin avisarte...
Con la lección aprendida, y ya en el que parece que va a ser mi hogar hasta por lo menos Junio - Dios mediante -, cuando vi que el receptor de telefónica no captaba la red, pensé en volver a comprar el receptor de la muerte arcana. Pero esta vez fui más lista, y desinstalé el monitorizador de redes inalámbricas que tenía.
Y tras instalar de nuevo el programa del receptor de Lynksis, descubrí una cosa.
Que nunca hay que fiarse de las ventanas de diálogo en las que ponga "desinstalación terminada con éxito".
Porque el programa seguía ahí, cual conejito de Duracell desbocado. Y no se dejaba ejecutar ni eliminar, ya fuera usando el panel de control o borrando los archivos. Simplemente seguía ahí, creando conflictos con el nuevo programa y no dejándole funcionar, haciendo que salieran muchas pantallitas de error de bibliotecas Visual C++, y dándome mucho por culo - figuradamente, claro.
Unos días después se me ocurrió la peregrina idea de que quizá, sólo quizá, en el cd de instalación podría venir la opción de borrar el programa.
Idea que fue totalmente acertada, por cierto.
Ah, entonces todo solucionado, pensaréis.
Pues no.
Porque con el programa desinstalado y todo, el nuevo monitor de redes inalámbricas seguía dando error. Y por algún extraño motivo tampoco se dejaba borrar, ni siquiera con el cd de instalación. No sé por qué estos programas le tienen tanto apego al ordenador, la verdad. Ni que fuera un hotel de cinco estrellas.
Desesperada, aprovecho un momento de despiste del receptor, me conecto a una red no segura que pasaba por ahí, y me descargo un desinstalador. Para borrar el programita tuve que "forzar el borrado de todo rastro del programa del equipo", porque sólo con desinstalar me decía que gracias por intentarlo y que volviera otro día.
Así que por fin sale la pantalla de progreso, y yo comienzo a ser feliz... por pocos momentos. Porque la siguiente pantalla que sale me indica que los archivos de registro y de sistema del programa que quiero erradicar de la faz de mi disco duro sólo pueden ser borrados si compro el programa.
...
Ya bastante falta de mis capacidades mentales, le doy a comprar. Todo sea por borrar el puto programa del ordenador, me digo. Meto todos los datos que me piden, pago por paypal, y cuando están revisando la transacción y enviándome el número de serie al correo...
El receptor se da cuenta de lo que sucede, y corta la recepción de red.
Tras el pertinente ataque de histeria, una de mis compañeras de piso, cuyo portátil es mucho más dócil que mi mostrenco de sobremesa y además coge la red del vecino, me dejó mirar internet.
Y allí estaba, en mi bandeja de entrada, el número de serie.
Introducir la clave, borrar todo rastro del puto programa de monitorización de redes de los cojones - el programa, no las redes -, volver a instalarlo, y comprobar que ya no daba errores y que no cogía la red del piso correctamente casi me hizo gritar de alegría. Sigo sin tener internet, pero eso es problema del router no del ordenador. Y yo conseguí reparar los errores, y de rebote he comprado un programa que te borra todo lo que haya que borrar. Me pregunto si podrá con las marcas de los golpes en la carcasa...
Aún así, mi ordenador es el único de toda la casa que no pilla la red - que es de un triste mega, por cierto -. Pero eso es en parte porque sólo se coge bien en el salón y yo soy la única que no tiene un portátil, y en parte porque en las habitaciones todas se conectan a redes no seguras de los vecinos o locales cercanos, pero mi habitación no da a la calle, y en el patio interior, por no captar no capto ni la luz del día por la ventana.
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Tu lo que necesitas es esto: Powerline Networking, buscalo en google ;).
ResponderEliminarYo lo uso, va bastante bien y de ping va bastante mejor que una Wireless. Asi que ya me diras como de viable lo ves.
Uhm... pues no tiene mala pinta, no... Pero los adaptadores son un pelín carillos, no? ._. Aunque como no nos arreglen pronto la red, me compro un par para mi, y que le den al resto.
ResponderEliminarYo pensaba que era solo para ti xD.
ResponderEliminarSolo necesitas un puerto ethernet libre y un enchufe cerca.Puede ir conectado a una regleta, yo lo tengo en una y va bien aunque dicen que la cosa mejora si va directamente conectado a la red electrica.
En cuanto al precio, pues la verdad que son un poco carillos pero por unos 80€ los tienes bastantes majos.