Háblame de ella.
Cuéntame cómo la conociste, cómo destacó sobre todos los demás en la multitud, cómo tu corazón se aceleró cuando reuniste el valor para acercarte y saludarla. Cómo su sonrisa al decirte hola iluminó la sala como la más brillante de las estrellas.
Cuéntame cómo tu corazón se negó a obedecer a tu mente cuando comenzaste a sentir algo por ella. Cómo sus palabras encendían tu alma, cómo cada conversación era una nueva cosa en común. Cómo tus ojos no podían dejar de mirarla y sus gestos te hipnotizaban, cómo luchabas entre seguir mirándola, embriagándote de ella, o interrumpir la melodía de su voz y besar esos labios que prometían tanta ternura y tibieza.
Cómo el ondear de su pelo hace que desees acariciárselo, peinarlo con tus dedos, apartárselo del rostro para poder besarla. Cómo mientras habla de sus sueños puedes verte a su lado en ellos, porque también son los tuyos. Cómo pasas cada minuto en que no está a tu lado pensando en ella, y cada minuto con ella temiendo que llegue el momento en que tenga que irse.
Cuéntame, amigo mío, porque ver brillar tus ojos mientras hablas me hace pensar que quizá aún quede justicia en el mundo. Que quizá ya es hora de que en este valle de lágrimas a alguno de nosotros nos sonría la diosa Fortuna, y que si hay que elegir, tú eres quien más se merece este rayo de luz en su vida.
Porque siempre has sido el mejor de todos.
Así que comparte tu alegría conmigo, y sigue hablándome de ella. Y que esa sonrisa, que esas lágrimas de alegría, sigan ahí por mucho tiempo.
Cuéntame cómo la conociste, cómo destacó sobre todos los demás en la multitud, cómo tu corazón se aceleró cuando reuniste el valor para acercarte y saludarla. Cómo su sonrisa al decirte hola iluminó la sala como la más brillante de las estrellas.
Cuéntame cómo tu corazón se negó a obedecer a tu mente cuando comenzaste a sentir algo por ella. Cómo sus palabras encendían tu alma, cómo cada conversación era una nueva cosa en común. Cómo tus ojos no podían dejar de mirarla y sus gestos te hipnotizaban, cómo luchabas entre seguir mirándola, embriagándote de ella, o interrumpir la melodía de su voz y besar esos labios que prometían tanta ternura y tibieza.
Cómo el ondear de su pelo hace que desees acariciárselo, peinarlo con tus dedos, apartárselo del rostro para poder besarla. Cómo mientras habla de sus sueños puedes verte a su lado en ellos, porque también son los tuyos. Cómo pasas cada minuto en que no está a tu lado pensando en ella, y cada minuto con ella temiendo que llegue el momento en que tenga que irse.
Cuéntame, amigo mío, porque ver brillar tus ojos mientras hablas me hace pensar que quizá aún quede justicia en el mundo. Que quizá ya es hora de que en este valle de lágrimas a alguno de nosotros nos sonría la diosa Fortuna, y que si hay que elegir, tú eres quien más se merece este rayo de luz en su vida.
Porque siempre has sido el mejor de todos.
Así que comparte tu alegría conmigo, y sigue hablándome de ella. Y que esa sonrisa, que esas lágrimas de alegría, sigan ahí por mucho tiempo.
"El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."
ResponderEliminarPrimera carta de San Pablo a los corintios, cap. 13, ver 4-7
Muy bonita la entrada ^__^ Saluditos ^o^