De vez en cuando bromeaba sobre el hecho de que la gente solía usarme para superar problemas que tuvieran en su vida, y luego se olvidaban de que existía. Porque ayudar a la gente con su vida se me da de lujo, por algún extraño motivo.
Esto en concreto se puede ver muy claramente en el caso de las dos parejas que he tenido.
El primero un chaval talentoso, creativo y un soberbio dibujante... con una bonita depresión que hacía que no saliera de su cuarto ni para ir al baño. Ahora, por mucho que reniegue de mi, es una persona con su pequeña autoestima, que ha estudiado modelado por ordenador y por fin ha encontrado a una chica que le hace feliz.
El segundo... bueno, qué se puede decir de los megalómanos con complejo de inferioridad? Creo que escribí algo al respecto... El caso es que el chaval había dejado de rodar por temas de traumas infantiles - es lo que tienen los ricos, que como no tienen problemas se los inventan -. No solo volvió a rodar y a presentarse a concursos de cortometrajes, sino que ahora es dueño de una revista por internet.
Naturalmente, cuando los problemas de cada uno de ellos estuvieron solventados, yo pasé a ser "un estorbo" - en palabras textuales del segundo de mis novios -, y por lo tanto fui desechada.
He vivido mis amargos 27 años dándome a los demás. Si me querían como amiga, amiga era. Si me querían como novia, novia era. Cuando se cansaban de mi y querían que volviera a ser amiga, asentía con la cabeza gacha y obedecía. Si me ponían los cuernos pero me pedían perdón, perdonaba. Siempre he hecho lo que me han pedido, he sido lo que otros han querido, porque cuando quiero a una persona, ya sea hombre o mujer, me doy a ella por completo.
Esa es la sensación que me dan estos 27 años: Una sucesión de darme a los demás, de darlo todo por los demás... pero sin recibir nunca nada a cambio. Todos han conservado sus vidas de manera íntegra, y las pocas veces que se me ocurría expresar lo que yo quería, siempre se me tachaba de egoísta o de histérica... o se me mandaba a la mierda directamente.
Curiosamente, el momento en el que he decidido ser yo el que mande a la mierda a todos y comenzar a pedir todo lo que no se me ha dado hasta ahora, coincide con un momento de mi vida en el que me he encontrado a alguien que quizá, sólo quizá, necesite ayuda del tipo de la que yo estoy acostumbrada a dar.
...
Cuando le comenté este hecho a Coque, me cortó a mitad de la frase y me dijo: "¿Y tú qué?". Efectivamente, y yo qué. Y cuándo voy a ser yo, me pregunto. Porque incluso después de haber decidido que a partir de ahora en mi vida sólo me voy a importar yo, no puedo dejar de pensar en ayudar a otra persona.
¿Y para qué? ¿Para que al final, como todos, cuando haya dejado de ser útil me tire a la cuneta porque no soy más que un estorbo? Porque me ha pasado lo mismo tantas veces que cualquier persona que supiera sumar dos mas dos vería el patrón subyacente.
Lo peor de todo es que me encojo de hombros y pienso: Bueno, al menos habré ayudado a alguien. Si tiene que doler, que duela, si yo ya estoy acostumbrada.
Vamos a ver, ¿a cuento de qué me pongo ahora en plan "hágase en mi según tu palabra"? ¿Es que no puedo pensar en mi misma por una puñetera vez, y reclamar lo que creo que se me debía haber dado hace ya muchos años?
Pues parece que no.
Porque seré una ególatra, pero parece que de egoísta tengo más bien poco.
Esto en concreto se puede ver muy claramente en el caso de las dos parejas que he tenido.
El primero un chaval talentoso, creativo y un soberbio dibujante... con una bonita depresión que hacía que no saliera de su cuarto ni para ir al baño. Ahora, por mucho que reniegue de mi, es una persona con su pequeña autoestima, que ha estudiado modelado por ordenador y por fin ha encontrado a una chica que le hace feliz.
El segundo... bueno, qué se puede decir de los megalómanos con complejo de inferioridad? Creo que escribí algo al respecto... El caso es que el chaval había dejado de rodar por temas de traumas infantiles - es lo que tienen los ricos, que como no tienen problemas se los inventan -. No solo volvió a rodar y a presentarse a concursos de cortometrajes, sino que ahora es dueño de una revista por internet.
Naturalmente, cuando los problemas de cada uno de ellos estuvieron solventados, yo pasé a ser "un estorbo" - en palabras textuales del segundo de mis novios -, y por lo tanto fui desechada.
He vivido mis amargos 27 años dándome a los demás. Si me querían como amiga, amiga era. Si me querían como novia, novia era. Cuando se cansaban de mi y querían que volviera a ser amiga, asentía con la cabeza gacha y obedecía. Si me ponían los cuernos pero me pedían perdón, perdonaba. Siempre he hecho lo que me han pedido, he sido lo que otros han querido, porque cuando quiero a una persona, ya sea hombre o mujer, me doy a ella por completo.
Esa es la sensación que me dan estos 27 años: Una sucesión de darme a los demás, de darlo todo por los demás... pero sin recibir nunca nada a cambio. Todos han conservado sus vidas de manera íntegra, y las pocas veces que se me ocurría expresar lo que yo quería, siempre se me tachaba de egoísta o de histérica... o se me mandaba a la mierda directamente.
Curiosamente, el momento en el que he decidido ser yo el que mande a la mierda a todos y comenzar a pedir todo lo que no se me ha dado hasta ahora, coincide con un momento de mi vida en el que me he encontrado a alguien que quizá, sólo quizá, necesite ayuda del tipo de la que yo estoy acostumbrada a dar.
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Cuando le comenté este hecho a Coque, me cortó a mitad de la frase y me dijo: "¿Y tú qué?". Efectivamente, y yo qué. Y cuándo voy a ser yo, me pregunto. Porque incluso después de haber decidido que a partir de ahora en mi vida sólo me voy a importar yo, no puedo dejar de pensar en ayudar a otra persona.
¿Y para qué? ¿Para que al final, como todos, cuando haya dejado de ser útil me tire a la cuneta porque no soy más que un estorbo? Porque me ha pasado lo mismo tantas veces que cualquier persona que supiera sumar dos mas dos vería el patrón subyacente.
Lo peor de todo es que me encojo de hombros y pienso: Bueno, al menos habré ayudado a alguien. Si tiene que doler, que duela, si yo ya estoy acostumbrada.
Vamos a ver, ¿a cuento de qué me pongo ahora en plan "hágase en mi según tu palabra"? ¿Es que no puedo pensar en mi misma por una puñetera vez, y reclamar lo que creo que se me debía haber dado hace ya muchos años?
Pues parece que no.
Porque seré una ególatra, pero parece que de egoísta tengo más bien poco.
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