Hablando de rupturas, reconciliaciones, y mierdas zen en general, se me ha ocurrido una entrada para el blog que creo que puede ser bastante buena. Esteticamente hablando, digo.
Naturalmente, se me ocurrió a las tres de la mañana, dando vueltas en la cama con mi amigo el insomnio, que no me abandona desde mediados del 2009.
Algo bueno tiene, las 3 de la mañana es la hora más creativa para un artista.
Si es que me sigue leyendo, que lo dudo.
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"Y tú cómo lo superaste?"
"Yo no lo superé. Simplemente aprendí a vivir con ello.
Aprendes a vivir con la pérdida, a levantarte todos los días sin ganas de vivir. Aprendes, a base de vivir con él, a hacer de tu dolor algo manejable, con lo que puedas lidiar en el día a día; algo que puedes incluso ignorar a veces, cuando estás ocupado con otras cosas. Te acostumbras a desear la muerte a cada momento, porque el ser humano se acostumbra a todo. Tarde o temprano asumes que tienes que seguir adelante, que como el mundo es redondo, el mundo gira, como dijo el poeta, y tú tienes que seguir rodando con él. Y cuanto más pese el fardo que arrastras, más te costará ir cada día al trabajo, hablar con tus conocidos, salir los fines de semana... y todas esas cosas que hace la gente.
Porque tienes que seguir haciendo todo eso, y desde luego nadie va a consentir que estés todo el día llorando: En el trabajo te despedirán, tus amistades te dejarán de lado, tu familia te dará por un caso imposible.
Así que aprendes. Aprendes a no llorar aunque no puedas evitar hacerlo, a no gritar de dolor cada vez algo te recuerda a tiempos mejores, a mantenerte seria cuando debes estar seria, y a reír cuando debes divertirte. Incluso a volver a enamorarte, si se tercia. Aprendes a seguir viviendo con el dolor dentro.
Porque el dolor no se va, pero tú tienes que seguir adelante. Y porque lo primero que aprendes es que el mundo no va a consentir que estés triste más de una semana"
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