Hay algo tremendamente inspirador en cultivar la disciplina del ejercicio físico.
Quien haya hecho deporte alguna vez en su vida de forma aislada sabe que es muy frustrante no poder llegarse a la punta de los pies, o que los michelines no te dejen levantarte al hacer abdominales. Comenzar a hacer deporte es tremendamente desalentador, porque te hace ser totalmente consciente de que no eres capaz de las cosas más sencillas; y no solo eso, sino que en cada momento sabes qué parte del cuerpo te está fallando, con una certeza hasta dolorosa. No es de extrañar que mucha gente que comienza a ir al gimnasio lo deje al poco tiempo aludiendo a "problemas de tiempo". Yo tampoco me atrevería a admitir en voz alta que cada vez que me miro al espejo del gimnasio veo a una gorda mórbida medio muerta por el esfuerzo de dar un giro con un mínimo de gracia mientras sus lorzas se balancean al ritmo de la música.
Pero si uno no se deja llevar por el desánimo y persevera, la magia comienza: Comienzas a darte cuenta de que "puedes". De que cada día puedes con un poco más de peso, puedes saltar un poquito más alto, aguantas un poco más de tiempo corriendo. Cada día te superas a ti mismo, cada día la frustración es sustituida, poquito a poquito, por el orgullo y por la certeza de que, con tiempo y esfuerzo, "puedes".
Y ese factor psicológico es el realmente importante. Porque ser consciente de que puedes controlar tu cuerpo se traslada muy fácilmente a ser consciente de que puedes controlar tu vida. Naturalmente, sacar músculo en los cuadriceps no es lo mismo que sacar adelante un proyecto empresarial o acabar con el hambre en Somalia, pero la predisposición mental de la persona acostumbrada a conseguir metas físicas a base de esfuerzo siempre va a ser mucho más positiva.
Alguien que sabe que a base de trabajo puede conseguir cualquier meta que se proponga en el plano deportivo, que no solo lo tiene claro mentalmente sino que lo ha aprendido a base de la propia experiencia, siempre - y digo siempre - confiará más en sí mismo y estará más dispuesto a darlo todo en cualquier otra meta que se proponga en la vida. Alguien acostumbrado a trabajar para conseguir las cosas que quiere no pondrá pegas ni excusas a la hora de coger las riendas de su vida y tirar para adelante.
Y esa es la actitud vital más poderosa.
Quien haya hecho deporte alguna vez en su vida de forma aislada sabe que es muy frustrante no poder llegarse a la punta de los pies, o que los michelines no te dejen levantarte al hacer abdominales. Comenzar a hacer deporte es tremendamente desalentador, porque te hace ser totalmente consciente de que no eres capaz de las cosas más sencillas; y no solo eso, sino que en cada momento sabes qué parte del cuerpo te está fallando, con una certeza hasta dolorosa. No es de extrañar que mucha gente que comienza a ir al gimnasio lo deje al poco tiempo aludiendo a "problemas de tiempo". Yo tampoco me atrevería a admitir en voz alta que cada vez que me miro al espejo del gimnasio veo a una gorda mórbida medio muerta por el esfuerzo de dar un giro con un mínimo de gracia mientras sus lorzas se balancean al ritmo de la música.
Pero si uno no se deja llevar por el desánimo y persevera, la magia comienza: Comienzas a darte cuenta de que "puedes". De que cada día puedes con un poco más de peso, puedes saltar un poquito más alto, aguantas un poco más de tiempo corriendo. Cada día te superas a ti mismo, cada día la frustración es sustituida, poquito a poquito, por el orgullo y por la certeza de que, con tiempo y esfuerzo, "puedes".
Y ese factor psicológico es el realmente importante. Porque ser consciente de que puedes controlar tu cuerpo se traslada muy fácilmente a ser consciente de que puedes controlar tu vida. Naturalmente, sacar músculo en los cuadriceps no es lo mismo que sacar adelante un proyecto empresarial o acabar con el hambre en Somalia, pero la predisposición mental de la persona acostumbrada a conseguir metas físicas a base de esfuerzo siempre va a ser mucho más positiva.
Alguien que sabe que a base de trabajo puede conseguir cualquier meta que se proponga en el plano deportivo, que no solo lo tiene claro mentalmente sino que lo ha aprendido a base de la propia experiencia, siempre - y digo siempre - confiará más en sí mismo y estará más dispuesto a darlo todo en cualquier otra meta que se proponga en la vida. Alguien acostumbrado a trabajar para conseguir las cosas que quiere no pondrá pegas ni excusas a la hora de coger las riendas de su vida y tirar para adelante.
Y esa es la actitud vital más poderosa.
Lo que nos falta en esta sociedad es disciplina, qué cojones... esa es la causa de que vivamos en un mundo tan decadente y que a mi por lo menos me asquea.
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