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La espontaneidad, esa entrañable amiga

Hoy quiero hablar de la espontaneidad.

La espontaneidad, esa pequeña cualidad tan preciada y escasa hoy en día, tiende, al igual que la riqueza mundial, a concentrarse en un porcentaje muy escaso de la población mundial. De ahí que haya personas que planifiquen y mediten hasta la manera adecuada de tomar aire, y otras que salgan a la calle desnudos con el cuerpo untado en mermelada mientras leen el periódico simplemente porque les apetece.

Este tipo de ataques de espontaneidad, sobre todo cuando suceden estando acompañado, suelen tener consecuencias perniciosas en la vida pública de quienes los sufren.
Por poner un ejemplo al azar, supongamos que unos amigos van caminando por la calle de noche, y de pronto uno de ellos, sin previo aviso, levanta los brazos y se pone a cantar "Hoy voy a meter to'el cipote...".
Las consecuencias de este ataque de espontaneidad en concreto son de efecto magnético: Polarización del área colindante al espontáneo en concreto.

A veces puede resultar bastante útil, éste maravilloso poder de polarización, cuando se usa de la manera correcta. Por ejemplo, es un poderoso arma para conseguir sitio en la biblioteca, sobre todo en época de exámenes. No es tan eficaz en el caso de las cafeterías, sin embargo, dado que en ellas ya hay bastante ruido y espontaneidad sin ayuda de nadie.

Uno debe tener en cuenta que el poder de polarización es algo a tomar en serio, y no debe usarlo arbitrariamente en lugares en los que las consecuencias serían funestas, como por ejemplo durante un examen, o en una reunión de trabajo.

En resumidas cuentas, y como cualquier disciplina, uno debe estar versado en el arte de la espontaneidad para poder aprovechar sus beneficios sin caer en sus desventajas...

Como por ejemplo, que un desconocido, al oírte declamar que "vas a meter to'el cipote", llame a la policía para denunciar un intento de violación

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