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Estudio de las especies (2): El megalómano acomplejado

Y vosotros diréis, ¿pero eso existe? Y yo os reponderé, envidiándoos por vuestro bendito desconocimiento, que sí, que no sólo se da en la naturaleza, sino que con una frecuencia inexplicablemente alta. Y aunque antes de que Internet fuera algo corriente en nuestras vidas, estoy segura de que también existían, la red de redes les ha hecho proliferar como moscas en un estercolero (y sí, el símil está escogido aposta).

Antes que nada, y por si acaso, aclaro que un megalómano es un pequeño señor con delirios de grandeza. Y un acomplejado... bueno, eso creo que todos sabemos lo que es, ¿no?

En fin. El caso es que una personita nace con pocas o nulas capacidades para interactuar con su medio, y termina siendo la marginada en cualquier grupo. Esta persona, por motivos varios, tales como la educación recibida, una increíble fuerza de voluntad para el autoengaño, o desarreglos psicológicos no diagnosticados, ve totalmente injusto que se la de de lado, porque su tremendo ego exige que le rindan culto y pleitesía cada vez que se la cruzan por la calle.

Y no me preguntéis como un marginado de la vida consigue tener ese ego tan desmedido, porque escapa a mis capacidades cognoscitivas.

Sigamos con nuestro pequeño megalómano. Esta personita, por algún motivo que escapa a la comprensión de nosotros, simples mortales, desarrolla el convencimiento de que todo lo que ella dice y hace está bien, es lo correcto y lo inmejorable - así en plan axioma - y arde en deseos de comunicar las buenas nuevas de su descubrimiento a todo el que se le ponga a tiro, quiera o no escucharle.

Vamos, que es un plasta.

¿Qué sucede? Que mientras esta personita se junte con gente que no sepa de lo que les habla, todo irá bien, y ésta recibirá su justa ración de muy merecido ego. Pero llega un día - porque siempre llega - en el que aparece alguien que sabe de lo que nuestro amigo el megalómano está hablando... y resulta ser que lo único que suelta son paridas sin sentido.

Y claro, le contradice. Y eso no le gusta al pequeño megalómano, que como nunca se ha enfrentado a oposición, en vez de reflexionar sobre la corrección, aprender de ella, y hacerse más sabio, se empieza a sentir ofendido por la osadía del recién llegado. Nuestro pequeño amigo, acostumbrado a tener el poder, se retira ofendido, calladamente, pero convencido de que la persona que le acaba de corregir no tiene ni puta idea de lo que está hablando, y decidido a no volver a hablar con ella, dada su ostentosa falta de todo tipo de tacto, educación y conocimientos.

Y este proceso se repite, cual algoritmo, enecientas veces, hasta que se desembaraza de la gente que le contradice, y vuelve a sentirse cómodo rodeado de sus pequeños amigos los ignorantes y los pasotas.

Pero claro, mientras tanto, esa personita busca parcelas de poder, en las que ella sea el Dios que ilumina la senda de todos sus súbditos. Juega a juegos de estrategia en los que ella, con un batallón de combate de la segunda guerra mundial, hace volar por los aires a la Mesopotamia de la historia antigua. Se compra juegos en línea pero juega solo off line para regocijarse en su control total de su universo. Crea una religión cuyo objeto de culto es ella en los Sims...

Poco a poco, esas parcelas de poder, junto con la gente que le lleva la razón a) porque no sabe de lo que está hablando, o b) porque así se calla antes, le van inflando el ego hasta que vuelve a intentar recuperar su poder en el mundo real... con catastróficas consecuencias la mayoría de las veces. Y nuestro entrañable megalómano, cada vez más dolido y acomplejado, cada vez más callado y cabizbajo, y más fuertemente convencido de que los mortales somos unos ignorantes y no nos merecemos ni una mirada suya, dado que lo único que hacemos es corregirlo y contradecirlo cuando él es la Meca de la genialidad, se vuelve poco a poco más intratable y ofensivo... y, contra todo pronóstico, su ego no hace más que crecer.

Hoy en día, gracias a cosas tan entrañables como Facebook, nuestros amigos los megalómanos han encontrado una nueva parcela de poder en la que, al menos en apariencia, son los más adorados, los más admirados, y la atención de todo el mundo recae en ellos. ¡Pero si hasta pueden hacerse su propio club de fans! Y claro, en él nunca faltará gente a la que a) le haga gracia la excentricidad de su amigo o b) quiera que deje de darles la plasta con que se apunten.

Como Facebook, a diferencia de los videojuegos, incluye trato con seres humanos - bien que por chat y no en tiempo real, pero eso sólo son minucias -, nuestro entrañable amigo se hace a la idea de que aquello, aquella pantalla llena de párrafos, fotografías, y tests estúpidos, es la vida real. Y se convence de que, dado que es tan popular y querido entre tantas personas a través de Internet, eso se tendrá que reflejar por fuerza en la vida real. Dado que nadie le lleva la contraria, y a quien lo hace le puede banear sin problemas; dado que todo el mundo se interesa por lo que tiene que decir, que siempre le alagan y le animan; dado que diga las mentiras que diga, aquello es Internet, y nadie se va a enterar nunca de que lo que dice no es cierto - o eso piensa él -, y todo el mundo va a animarle y apoyarle, esta personita se crea una sensación de poder imaginaria, haciendo una bonita translación biyectiva de la pantalla de su ordenador a la vida real.

Y una vez que "sabe" que en su vida real es quien tiene el control... ahí se descontrola totalmente.


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