Crónica de una búsqueda de piso - Segunda entrega: Los pisos antiguos pueden tener ascensores nuevos
Primera parte aquí
Para ayer miércoles tenía dos pisos por ver, ninguno de ellos especialmente atrayente.
Es gracioso cómo una puede tirarse llorando en casa toda la semana sin nada más que hacer que sentir pena por sí misma, y de pronto, el único día que tiene un plan, le comienza a llamar todo Cristo para quedar ESE día. Porque desde hacía una semana tenía reservada la tarde, y de pronto me surgen esos dos pisos por mirar - "no, no puede ser otro día, si vienes más tarde lo habremos alquilado" -, y me llama una amiga para ver si nos tomábamos algo tras el curro el jueves.
Edificante. Luego me tiro todo el fin de semana sola lamentándome de que todo el mundo está saliendo, divirtiéndose, fo$%&ndo y viviendo en general, y yo estoy muerta de asco en casa comiendo pizza y viendo la saga Terminator por vigesimo quinta vez. Pero si tengo planes, automáticamente soy la chica más popular del barrio y todo el mundo quiere ser mi amigo. Tengo que pensar cómo sacar provecho de ello de algún modo.
Por culpa de mi periplo por los bajos fondos de Argüelles, se tuvo que cambiar el lugar de reunión, y nos quedamos sin las mastodónticas jarras de cerveza del Ornitorrinco (o como se llame el bar al que nos quería llevar Ender), y dado que se había quedado a las seis y media, yo salía a las seis, y tardo tres cuartos de hora en llegar a Argüelles desde el trabajo, tuve que desafiar las leyes de la física cuántica, encontrar un agujero de gusano libre, y revolotear por el espacio-tiempo bien atenta para no perder el rumbo y acabar en Alaska en el 1450.
O sea, que salí un cuarto de hora antes del curro, pillé el metro, y tuve que dar un rodeo porque la línea 6 está cortada. Pero dicho en chachi.
Una ronda de cerveza después, nos encaminamos, mis dos recientemente adquiridos guardaespaldas y yo, al primer piso que tenía que ver. Se trataba de una habitación que me habían descrito como "no sé, una cama, una mesa y un armario", en un piso compartido con cuatro chicos, con "un" baño en obras. Encontramos el portal, y como el piso en cuestión era un cuarto, nos encaminamos al ascensor, uno de esos antiguos con barrotes, y pulsamos el botón del bajo.
No sucedió nada.
Le dimos a más botones, pero el ascensor, que como pudimos comprobar asomando la cabeza, estaba parado en la planta más alta, seguía sin moverse. Miramos el panel de botones por detrás, y todos los cables estaban sueltos y atados en un bonito nudo. Curioso, porque en el anuncio del piso ponía que tenía ascensor. Claro, que el hecho de que haya ascensor no implica necesariamente que éste funcione.
Cuando nos cansamos de darle a los botones, a pesar de ser tres informáticos en la plenitud de nuestro sedentarismo, llegamos a la conclusión de que era imposible llegar al cuarto sin subir escaleras si el ascensor no funcionaba, así que empezamos a subir peldaños...
Y en el primer rellano nos encontramos un ascensor nuevecito esperándonos.
Sin comentarios.
El piso, que me enseñó un encantador sujeto delgaducho, moreno y con el pelo revuelto, estaba bastante bien: Techo alto, al estilo de todos los edificios de la zona, salón amplio, habitaciones medianamente respetables... Con los dos baños totalmente destrozados, eso sí, y ni un solo obrero trabajando en ellos. Conforme nos acercábamos al final de la casa, y dados los antecedentes en los que me habían puesto, me imaginaba un armario empotrado similar al que había visto el día anterior. Así que cuando el chico abrió la puerta del cuarto con un "Bueno, y este es el cuarto", me acerqué con un sonriente "¿A ver el armario empotrado?" muy poco correcto, porque el chico no tenía la culpa de estar alquilando un zulo que hace que a su lado un zulo de los que usa ETA parezca un salón espacioso.
Y el chico respondió "No, no tiene".
Me faltó el canto de un duro para volverme, incluso antes de haber visto el cuarto, y decir "Lo siento, no me interesa, no suelo compartir piso con gente que no entiende mis chistes".
¿La habitación? Pequeña, no demasiado, un poco más ñaja que la que tengo ahora. Pero interior. Y yo elegí a sabiendas el cuarto más pequeño del piso en el que vivo ahora mismo porque era el único que daba a la calle. Bueno, y porque tenía un pedazo de armario que haría al del anuncio de la cerveza parecer estrecho.
El caso es que no me gustó nada lo que vi, así que mis dos guardaespaldas y yo nos fuimos lo más educadamente posible - aunque tengo intención de volver a pasarme por allí en el futuro. ¡Que son cuatro chicos heterosexuales viviendo juntos! - y enfilamos hacia el segundo piso, que supuestamente iba a ver a eso de las ocho.
Llegamos a las ocho y cinco. Y no había nadie esperando.
Juro que como las visitas de hoy sean la mitad de deprimentes de lo que están siendo hasta ahora, yo me vuelvo a casa de mis padres y que le den por culo al rollo de la emancipación, la libertad y la privacidad. Total, viví sin ellas 25 años, y no he salido tan mal, ¿no?
...
Por favor, no respondáis a esa pregunta.
Tercera parte aquí
Para ayer miércoles tenía dos pisos por ver, ninguno de ellos especialmente atrayente.
Es gracioso cómo una puede tirarse llorando en casa toda la semana sin nada más que hacer que sentir pena por sí misma, y de pronto, el único día que tiene un plan, le comienza a llamar todo Cristo para quedar ESE día. Porque desde hacía una semana tenía reservada la tarde, y de pronto me surgen esos dos pisos por mirar - "no, no puede ser otro día, si vienes más tarde lo habremos alquilado" -, y me llama una amiga para ver si nos tomábamos algo tras el curro el jueves.
Edificante. Luego me tiro todo el fin de semana sola lamentándome de que todo el mundo está saliendo, divirtiéndose, fo$%&ndo y viviendo en general, y yo estoy muerta de asco en casa comiendo pizza y viendo la saga Terminator por vigesimo quinta vez. Pero si tengo planes, automáticamente soy la chica más popular del barrio y todo el mundo quiere ser mi amigo. Tengo que pensar cómo sacar provecho de ello de algún modo.
Por culpa de mi periplo por los bajos fondos de Argüelles, se tuvo que cambiar el lugar de reunión, y nos quedamos sin las mastodónticas jarras de cerveza del Ornitorrinco (o como se llame el bar al que nos quería llevar Ender), y dado que se había quedado a las seis y media, yo salía a las seis, y tardo tres cuartos de hora en llegar a Argüelles desde el trabajo, tuve que desafiar las leyes de la física cuántica, encontrar un agujero de gusano libre, y revolotear por el espacio-tiempo bien atenta para no perder el rumbo y acabar en Alaska en el 1450.
O sea, que salí un cuarto de hora antes del curro, pillé el metro, y tuve que dar un rodeo porque la línea 6 está cortada. Pero dicho en chachi.
Una ronda de cerveza después, nos encaminamos, mis dos recientemente adquiridos guardaespaldas y yo, al primer piso que tenía que ver. Se trataba de una habitación que me habían descrito como "no sé, una cama, una mesa y un armario", en un piso compartido con cuatro chicos, con "un" baño en obras. Encontramos el portal, y como el piso en cuestión era un cuarto, nos encaminamos al ascensor, uno de esos antiguos con barrotes, y pulsamos el botón del bajo.
No sucedió nada.
Le dimos a más botones, pero el ascensor, que como pudimos comprobar asomando la cabeza, estaba parado en la planta más alta, seguía sin moverse. Miramos el panel de botones por detrás, y todos los cables estaban sueltos y atados en un bonito nudo. Curioso, porque en el anuncio del piso ponía que tenía ascensor. Claro, que el hecho de que haya ascensor no implica necesariamente que éste funcione.
Cuando nos cansamos de darle a los botones, a pesar de ser tres informáticos en la plenitud de nuestro sedentarismo, llegamos a la conclusión de que era imposible llegar al cuarto sin subir escaleras si el ascensor no funcionaba, así que empezamos a subir peldaños...
Y en el primer rellano nos encontramos un ascensor nuevecito esperándonos.
Sin comentarios.
El piso, que me enseñó un encantador sujeto delgaducho, moreno y con el pelo revuelto, estaba bastante bien: Techo alto, al estilo de todos los edificios de la zona, salón amplio, habitaciones medianamente respetables... Con los dos baños totalmente destrozados, eso sí, y ni un solo obrero trabajando en ellos. Conforme nos acercábamos al final de la casa, y dados los antecedentes en los que me habían puesto, me imaginaba un armario empotrado similar al que había visto el día anterior. Así que cuando el chico abrió la puerta del cuarto con un "Bueno, y este es el cuarto", me acerqué con un sonriente "¿A ver el armario empotrado?" muy poco correcto, porque el chico no tenía la culpa de estar alquilando un zulo que hace que a su lado un zulo de los que usa ETA parezca un salón espacioso.
Y el chico respondió "No, no tiene".
Me faltó el canto de un duro para volverme, incluso antes de haber visto el cuarto, y decir "Lo siento, no me interesa, no suelo compartir piso con gente que no entiende mis chistes".
¿La habitación? Pequeña, no demasiado, un poco más ñaja que la que tengo ahora. Pero interior. Y yo elegí a sabiendas el cuarto más pequeño del piso en el que vivo ahora mismo porque era el único que daba a la calle. Bueno, y porque tenía un pedazo de armario que haría al del anuncio de la cerveza parecer estrecho.
El caso es que no me gustó nada lo que vi, así que mis dos guardaespaldas y yo nos fuimos lo más educadamente posible - aunque tengo intención de volver a pasarme por allí en el futuro. ¡Que son cuatro chicos heterosexuales viviendo juntos! - y enfilamos hacia el segundo piso, que supuestamente iba a ver a eso de las ocho.
Llegamos a las ocho y cinco. Y no había nadie esperando.
Juro que como las visitas de hoy sean la mitad de deprimentes de lo que están siendo hasta ahora, yo me vuelvo a casa de mis padres y que le den por culo al rollo de la emancipación, la libertad y la privacidad. Total, viví sin ellas 25 años, y no he salido tan mal, ¿no?
...
Por favor, no respondáis a esa pregunta.
Tercera parte aquí
Joe, no te conozco, pero pareces una chica maja y divertida y ahora mismo estás proyectando una negatividad que se va a convertir en un agujero negro de energía positiva. ¡Anímate, mujer! No te centres en lo negativo...
ResponderEliminarP.D.: ¿Habría posibilidad de entablar conversación por gmail?
No sé lo que parezco o cómo seré, porque ahora mismo a veces ni sé cómo me llamo ^^U Ya veremos qué pasa, ahora mismo me estoy centrando en el día a día, en conseguir que me den los menos ataques de ansiedad posibles, y en comenzar de nuevo ._.U Si todo lo negro se convierte en burbujitas shojo, o si comienza a arder cual caldera del infierno, eso ya se verá...
ResponderEliminarPor cierto, tengo que ponerlo en un post, pero ya he encontrado piso! :3
Diossss, llevo casi 24 horas alejado de un ordenador! Interneeeeee!!!!
ResponderEliminarYa echaba de menos la crónica, aunque vamos, ni que fuerea un fantasma, se ve que fuiste con Ender y con "otro" ¬¬ Pero bueno, así nadie me relaciona con el incidente del ascensor (que NO ocurrió) xD
Si quieres digo más claramente que ASBEEL, ENDER y MARIU SAMA estuvieron cinco minutos dándole a los botones de un ascensor de atrezzo mientras el portero se partía la caja, para descubrir que el ascensor de verdad estaba en el descansillo que había justo detrás. Es eso lo que quieres que diga, ¿no?
ResponderEliminarPor fin!!!
ResponderEliminarNo tengo ni la más remota idea de lo que estás hablando...
^^
el de "lindsay lohan" es genial, pero es que el de wall-e me ha matado:
ResponderEliminarmatado de risa y matado la infancia (mental), en ese orden XD