Ale Juan, ¡para que dejes de quejarte de que no posteo!
A todo el mundo le gusta hablar de ropa: Quien no disfruta comentando su última adquisición, critica el atuendo de la gente que se encuentra por la calle, o admira cómo le quedan los vaqueros a la rubia de turno. La ropa está en las cabezas de todos... bueno, y en el resto del cuerpo también - aunque más de uno desearía que en según qué mozas no estuviera -. Que me lo digan a mi cuando tengo que decidir lo que ponerme por las mañanas.
Y precisamente dedicada a la ropa - que junto con el sexo, las facturas de final de mes, y cómo sobrevivió Indiana Jones a una explosión nuclear metido en una nevera, es lo que siempre tenemos en la cabeza - va la entrada de hoy.
Aunque en primer lugar debo concretar de qué tipo de ropa quiero hablar, porque hay para aburrir.
Pasemos revista primero a algunas de las tendencias estilísticas más extendidas:
Bacalas o Canis (y su versión femenina, las Jessys o Jennys):
Voy a ser sincera; a mi es que si reirme de algo no me supone un reto, no me divierte. Y hacer chistes sobre esta tribu urbana es, simplemente, DEMASIADO fácil.
Góticos:
De estos se ha hablado tanto, y se ha pervertido tanto el término, que necesitaría una enciclopedia de 24 tomos para abarcarlo. Y aunque hay algunas vertientes que son realmente divertidas, como los gotopótamos o las "mujeres que se hacen góticas para poder tener algo con lo que atraer a los hombres" - inquietante esa obsesión con las mujeres vestidas y maquilladas por completo de negro. ¿Estará la explicación en algún estudio de Freud? -, en general la moda gótica me gusta, así que no pienso hacer mofa de ella.
Sobre todo la victoriana.
Precisamente tengo un corpiño negro con mangas de imitación de seda negra que es la bomba, sobre todo combinado con mi minifalda negra de tablas con cadenitas... Aunque el vestido negro con lazos también es precioso, queda ideal con los manguitos negros de tela de araña y los zapatos de tacón...
Ehm...Vale, ya paro.
Emos:
Conocidos como los hermanos pobres de los góticos - salvo por el calzado. ¡Dios, qué caras son las converse a cuadros blancos y negros! -. Aparte de porque no me hacen ni puta gracia las coñas sobre que me estoy convirtiendo en uno de ellos, no me resulta una tribu urbana interesante en absoluto. Vamos a ver, ¿que por peinarme el pelo delante de los ojos y vestir como si mi estilista me tuviese manía ya me basta para demostrar el asco que me da todo y lo mucho que odio la vida? Para mi que hay maneras mucho menos horteras de amargarse. Y sí, lo digo por experiencia, qué pasa.
Además, que la concepción del mundo que predican estos señores no es ninguna tribu urbana, sino algo mucho más banal por lo que todos hemos pasado: La adolescencia.
Pijos:
Uhm... ¿He comentado antes que si es demasiado fácil hacer chistes de algo, no me motiva?
Pues eso.
Pero no señores. No voy a hablar ni de estas ni de ningun otro tipo de ropa de tribu urbana. Hoy voy a hablar de un gran desconocido, del cual la sociedad parece haberse olvidado, pese a ser la moda mayoritaria:
La ropa común y corriente.
En primer lugar, hay que diferenciar esta ropa por calidad y precio, porque claro, por muy iguales que sean unos pantalones, no va a tener la misma calidad un par comprado en una tienda de barrio que uno comprado en Zara. Por supuesto que el primero valdrá mucho menos y durará mucho más.
Así, se crean las siguientes categorías:
Pseudo-pija: De tiendas de moda moderadamente caras. La confección es horrorosa, la calidad de los tejidos le va a la par, y los precios no tienen nada que envidiarle a los de Thomas Burberry. Buena parte de esta categoría también puede ser encuadrada en la clase "bacala/cani/Jessy/Jenny"
Normalilla: También conocida como "psé, bien" por gran parte de los novios de las usuarias de esta ropa. Puede encontrarse en tiendas comunes y corrientes, normalmente de barrio, en las que la dependienta se sabe tu talla de pantalón, tus hábitos alimenticios, tu grupo sanguíneo, el apellido de soltera de tu tatarabuela, y que de pequeña corrías desnuda por el jardín de los abuelos junto con su perro Pancho. Ventajas e inconvenientes de haber ido a comprar allí con tu madre desde antes de levantar un palmo del suelo.
Pasable: Se puede encontrar normalmente en rebajas, cuando ya se ha vendido la primera remesa de ropa decente, y se comienzan a sacar las prendas con taras y de temporadas anteriores. La rebaja en el precio suele ser directamente proporcional a la rebaja en la calidad del producto.
Mala: Avistable durante las segundas rebajas, cuando las prendas con taras y de temporadas anteriores ya se han vendido, y se comienzan a sacar las prendas desparejadas y francamente dañadas. ¡No os dejéis engañar por las manchas de chocolate en la falda blanca chicas! Si ni el tinte puede con ellas, decid que es un diseño exclusivo, y seguro que marcáis tendencia.
Horrenda: De nuevo, gran parte de las prendas de esta categoría caen también en la clase de ropa "bacala". Y se pueden encontrar única y exclusivamente en las tiendas de chinos.
Sí, tienen la exclusividad. De hecho, también tienen la patente. Cuando a alguien se le ocurre vender ropa hecha de papel maché como si fuera de verdad, les denuncian por plagio.
Segunda entrega: Los estampados.
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A todo el mundo le gusta hablar de ropa: Quien no disfruta comentando su última adquisición, critica el atuendo de la gente que se encuentra por la calle, o admira cómo le quedan los vaqueros a la rubia de turno. La ropa está en las cabezas de todos... bueno, y en el resto del cuerpo también - aunque más de uno desearía que en según qué mozas no estuviera -. Que me lo digan a mi cuando tengo que decidir lo que ponerme por las mañanas.
Y precisamente dedicada a la ropa - que junto con el sexo, las facturas de final de mes, y cómo sobrevivió Indiana Jones a una explosión nuclear metido en una nevera, es lo que siempre tenemos en la cabeza - va la entrada de hoy.
Aunque en primer lugar debo concretar de qué tipo de ropa quiero hablar, porque hay para aburrir.
Pasemos revista primero a algunas de las tendencias estilísticas más extendidas:
Bacalas o Canis (y su versión femenina, las Jessys o Jennys):
Voy a ser sincera; a mi es que si reirme de algo no me supone un reto, no me divierte. Y hacer chistes sobre esta tribu urbana es, simplemente, DEMASIADO fácil.
Góticos:
De estos se ha hablado tanto, y se ha pervertido tanto el término, que necesitaría una enciclopedia de 24 tomos para abarcarlo. Y aunque hay algunas vertientes que son realmente divertidas, como los gotopótamos o las "mujeres que se hacen góticas para poder tener algo con lo que atraer a los hombres" - inquietante esa obsesión con las mujeres vestidas y maquilladas por completo de negro. ¿Estará la explicación en algún estudio de Freud? -, en general la moda gótica me gusta, así que no pienso hacer mofa de ella.
Sobre todo la victoriana.
Precisamente tengo un corpiño negro con mangas de imitación de seda negra que es la bomba, sobre todo combinado con mi minifalda negra de tablas con cadenitas... Aunque el vestido negro con lazos también es precioso, queda ideal con los manguitos negros de tela de araña y los zapatos de tacón...
Ehm...Vale, ya paro.
Emos:
Conocidos como los hermanos pobres de los góticos - salvo por el calzado. ¡Dios, qué caras son las converse a cuadros blancos y negros! -. Aparte de porque no me hacen ni puta gracia las coñas sobre que me estoy convirtiendo en uno de ellos, no me resulta una tribu urbana interesante en absoluto. Vamos a ver, ¿que por peinarme el pelo delante de los ojos y vestir como si mi estilista me tuviese manía ya me basta para demostrar el asco que me da todo y lo mucho que odio la vida? Para mi que hay maneras mucho menos horteras de amargarse. Y sí, lo digo por experiencia, qué pasa.
Además, que la concepción del mundo que predican estos señores no es ninguna tribu urbana, sino algo mucho más banal por lo que todos hemos pasado: La adolescencia.
Pijos:
Uhm... ¿He comentado antes que si es demasiado fácil hacer chistes de algo, no me motiva?
Pues eso.
Pero no señores. No voy a hablar ni de estas ni de ningun otro tipo de ropa de tribu urbana. Hoy voy a hablar de un gran desconocido, del cual la sociedad parece haberse olvidado, pese a ser la moda mayoritaria:
La ropa común y corriente.
En primer lugar, hay que diferenciar esta ropa por calidad y precio, porque claro, por muy iguales que sean unos pantalones, no va a tener la misma calidad un par comprado en una tienda de barrio que uno comprado en Zara. Por supuesto que el primero valdrá mucho menos y durará mucho más.
Así, se crean las siguientes categorías:
Pseudo-pija: De tiendas de moda moderadamente caras. La confección es horrorosa, la calidad de los tejidos le va a la par, y los precios no tienen nada que envidiarle a los de Thomas Burberry. Buena parte de esta categoría también puede ser encuadrada en la clase "bacala/cani/Jessy/Jenny"
Normalilla: También conocida como "psé, bien" por gran parte de los novios de las usuarias de esta ropa. Puede encontrarse en tiendas comunes y corrientes, normalmente de barrio, en las que la dependienta se sabe tu talla de pantalón, tus hábitos alimenticios, tu grupo sanguíneo, el apellido de soltera de tu tatarabuela, y que de pequeña corrías desnuda por el jardín de los abuelos junto con su perro Pancho. Ventajas e inconvenientes de haber ido a comprar allí con tu madre desde antes de levantar un palmo del suelo.
Pasable: Se puede encontrar normalmente en rebajas, cuando ya se ha vendido la primera remesa de ropa decente, y se comienzan a sacar las prendas con taras y de temporadas anteriores. La rebaja en el precio suele ser directamente proporcional a la rebaja en la calidad del producto.
Mala: Avistable durante las segundas rebajas, cuando las prendas con taras y de temporadas anteriores ya se han vendido, y se comienzan a sacar las prendas desparejadas y francamente dañadas. ¡No os dejéis engañar por las manchas de chocolate en la falda blanca chicas! Si ni el tinte puede con ellas, decid que es un diseño exclusivo, y seguro que marcáis tendencia.
Horrenda: De nuevo, gran parte de las prendas de esta categoría caen también en la clase de ropa "bacala". Y se pueden encontrar única y exclusivamente en las tiendas de chinos.
Sí, tienen la exclusividad. De hecho, también tienen la patente. Cuando a alguien se le ocurre vender ropa hecha de papel maché como si fuera de verdad, les denuncian por plagio.
Segunda entrega: Los estampados.
¿Froid? ¿es un psicoanalista que programa en C++?
ResponderEliminar(te ha traicionado el subsconciente fonético)
Cagontó... si es que no se puede intentar escribir y estar con el Oracle y los informes al mismo tiempo! >.<
ResponderEliminarLo que más me mola es que lo único que tienes que decir de mi post es que tiene una errata... XDDDDD
ResponderEliminarno, no. soy un maniático.; primero reporto el bug y luego ya comento.
ResponderEliminarMe parece muy mal que no hayas hablado del subtipo élfica-ligeramente EMO fan de warcraft
yo la verdad, como buen representante de geńero masculino, solo conozco dos tipos de ropa; la que me gusta y la que me compraba mi mamá de pequeño
Dentro de la ropa de pequeño van esos horribles regalo en forma de ropa, en donde deseabas que esa persona se fuera inmediatamente de tu casa por insultarte de esa manera en vez de agasajarte con Gijoes :P
ResponderEliminar@Ender: Pues por eso hago el estudio, para que los que no sepan aprendan :P El saber no ocupa lugar!
ResponderEliminarNo sé de qué subtipo hablas, yo nunca he visto a nadie con ese estilo de ropa...(¬¬U)
@Kagemaru: A mi de pequeña en reyes siempre me regalaban tres pares de calcetines entre los demás regalos... y aún ahora sigo sin entender por qué gastarse dinero en ropa pudiendo gastarselo en *inserte juguete fetiche* o_O