Ir al contenido principal

Cosas que todo el mundo sabe - pero nadie dice - sobre el trabajo en oficinas

- La hora de llegada a la oficina, por contrato, es treinta minutos después de la hora que pone en el contrato.

- Si se llega antes que el jefe, sea la hora que sea, se ha llegado cuarenta minutos antes de la hora de entrada, así que se puede uno marchar antes.

- El fin de semana comienza los jueves. El viernes está socialmente aceptado llegar hasta dos horas tarde, tomarse media hora para desayunar, media hora para tomar algo a mediodía, y - si no se tiene jornada intensiva - dos horas y media para comer, sin necesidad de recuperar un solo minuto.

- Cualquier actividad laboral durante el viernes será castigada por ley.

- El tráfico en la ciudad puede ser una excusa para llegar tarde al trabajo, pero nunca debe ser un motivo para quedarse más tiempo por la tarde.

- El momento de mayor productivida del día se da entre las once de la mañana y la una de la tarde. Cualquier intento de actividad laboral fuera de esa franja se verá saboteado por a)pausas para tomar café, b)pausas para tomar una coca cola, c)pausas para fumar, d)correos con presentaciones de powerpoint sobre gatitos, e)cualquier combinación - o permutación - de los anteriores.

- En caso de duda, la culpa es del transporte público. Si la empresa quiere que se llegue a tiempo, que le pague un taxi a cada empleado.

- Los cumpleaños de los trabajadores son considerados como días libres a todos los efectos (aunque se acuda al trabajo).

- El material de oficina de la empresa está pensado para surtir de cuadernos, post-its, bolígrafos y rotuladores fosforescentes a toda la familia.

- Las pausas para tomar café son sagradas. Nunca se debe intentar disuadir a un oficinista de ir a tomar café, a no ser que no se tenga aprecio por la propia vida - o por las propias extremidades -.


Más y mejor cuando vuelva de la pausa para el café de las cuatro.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sin abono transportes

El lunes 25 de Mayo de este año pagué un abono transportes. Y digo pagué, porque como no me dieron el abono transportes, el verbo "comprar" no tiene mucho significado en la frase. Tras hablar con el operario que estaba en la taquilla en ese momento, que este efectuase las llamadas pertinentes, y que me pidiese mi DNI, mi número de cuenta, y el recibo que la expendedora me había dado, se llegó a la resolución de que, efectivamente, se había cometido un error y había que ingresarme en mi cuenta el dinero que había pagado por el abono. Aclaro a priori que yo no puse ninguna reclamación. El operario hizo él todas las gestiones necesarias, y se solucionó el problema en media hora. Yo no rellené ningún formulario de reclamación, ni me entregaron ningún justificante de reclamación. Sólo me dieron un justificante de "Comunicación de incidencias con repercusión económica en instalaciones de venta y peaje", en el que se declaraba que Metro de Madrid debía ingresarme los 60,60...

Los manuales son para los débiles

Resulta curioso que escriba esto justo tras la entrada en la que admito que un manual en concreto me resultó útil. Pero soy mujer, contradecirme de una frase a otra es una de mis prerrogativas. Que si resulta que después de todo no era tan diferente al resto de mujeres, pues qué tontería no beneficiarme de las ventajas de ser lerd... mujer, verdad?. Esta entrada no es realmente graciosa, es sólo un chiste privado. Pero me apetecía escribirla. .................................... Mi amiga Trini se ha unido a la moda de los JASE (jóvenes aunque sobradamente emancipados), y ayer me invitó a ver su casa después del trabajo. La casa es una cucada, ya le he dicho que mejor no la pierda de vista que igual un día se despierta y se encuentra que me he llevado la casa. Lo que más me ha molado ha sido el orden de prioridades en que la está amueblando: Salvo los muebles que ya estaban, está prácticamente vacía. Sólo ha puesto una cosa en las estanterías del salón. Un tomo de Sandman. Para cenar sa...

Oda a mi ego (o Porque Yo Lo Valgo)

Ayer tenía la intención de empalmar, dado que me he tirado todo el fin de semana durmiendo, y tengo el sueño ya no cambiado, sino totalmente desquiciado. Pensaba que una terapia de choque me lo regularía, aunque al final acabé yéndome a la cama a las tres y cuarto, porque se me cerraban los ojos frente al ordenador y no podía teclear y usar la tableta gráfica mientras me sujetaba los párpados, me faltaban manos. Así que sobre las tres de la mañana comencé a recoger el chiringuito y a preparar las cosas para hoy, que iba a ser un día muy liado. En uno de los paseos por el cuarto me vi reflejada en el espejo. Por algún extraño motivo, suelo ponerme bastante guapa cuando tengo sueño o estoy especialmente decaída - es por eso por lo que afirmaré hasta la muerte que yo he nacido para gótica -, y como ayer se cumplían los dos supuestos, incluso con ojeras y todo me gustó mucho mi reflejo. Así que cogí el móvil, y me hice unas cuantas fotos en las que, oh milagro de la naturaleza, apenas sí s...