Hoy, antes de escribir nada, quiero hacer una mención especial para esas pequeñas cosas tan insignificantes que a uno pueden agriarle la mañana, la tarde, el día, el café con tostadas, y el yogur de la cena. Esas nimiedades que, colocadas en el momento y el lugar adecuados, pueden tener efectos tan debastadores como una bomba H.
Cosas como que un vecino que te encuentres en el ascensor te felicite por el embarazo cuando tu llevas una semana yendo al gimnasio. O que en la cafetería del trabajo oigas a alguien en la mesa de al lado poner a parir el proyecto en el que tú te llevas partiendo el espinazo medio año.
Porque todos hemos sufrido en mayor o menor grado situaciones parecidas a esta, me gustaría pedir un poco de solidaridad. Si una compañera de trabajo os pregunta si os gusta cómo le ha quedado el pelo tras rizarselo, no le respondáis "ah, pero te lo has rizado?". Os lo juro, sé que en las escuelas parroquiales dicen que mentir es pecado y quien lo haga irá al infierno, pero las mentiras piadosas no tienen nada de malo. De hecho, si Jesús hubiera vivido en el año 2000, habría añadido un decimo primer mandamiento: "No aplastarás el ego de tu prójimo sólo por afán de ser sincero".
Que luego nos preguntamos de dónde salen todas esas listas de espera para los psicólogos.
Ya sabéis. No le hagáis a vuestro prójimo lo que no quisiéseis que os hicieran a vosotros.
Y tras esta rayada, voy a ver si escribo algo que de verdad merezca la pena.
Cosas como que un vecino que te encuentres en el ascensor te felicite por el embarazo cuando tu llevas una semana yendo al gimnasio. O que en la cafetería del trabajo oigas a alguien en la mesa de al lado poner a parir el proyecto en el que tú te llevas partiendo el espinazo medio año.
Porque todos hemos sufrido en mayor o menor grado situaciones parecidas a esta, me gustaría pedir un poco de solidaridad. Si una compañera de trabajo os pregunta si os gusta cómo le ha quedado el pelo tras rizarselo, no le respondáis "ah, pero te lo has rizado?". Os lo juro, sé que en las escuelas parroquiales dicen que mentir es pecado y quien lo haga irá al infierno, pero las mentiras piadosas no tienen nada de malo. De hecho, si Jesús hubiera vivido en el año 2000, habría añadido un decimo primer mandamiento: "No aplastarás el ego de tu prójimo sólo por afán de ser sincero".
Que luego nos preguntamos de dónde salen todas esas listas de espera para los psicólogos.
Ya sabéis. No le hagáis a vuestro prójimo lo que no quisiéseis que os hicieran a vosotros.
Y tras esta rayada, voy a ver si escribo algo que de verdad merezca la pena.
Luego está aprender a pasar de esas cosas y ser feliz con uno mismo... ;)
ResponderEliminarA veces, quedarse con lo que te jode evita que puedas ver esa pequeña magia que permea todo y que hace que la vida valga la pena.
Será que soy un optimista que pasa de todo ;)
Otia chaval, cuánto optimismo... Yo no sé qué has desayunado, pero quiero un poco.
ResponderEliminarNah, que ayer me tocaron mucho la moral - y el ego -, y el síndrome premenstrual no ayuda, y salen estos posts... normalmente no suelo ser susceptible. Pero tampoco disfruto de "la magia que permea todo y hace que la vida valga la pena"... pero me tienes que pasar la dirección de tu camello XDDDD
Nah, es que me fabricaron así XDXDXDXD
ResponderEliminarPero ya por privado te pasaré la dirección del susodicho XDXDXDXDXDXD
De todas formas, la gente que hace esas cosas no lo hace a drede, es que son así. Lo suele causar la falta de empatía y de sentido común. Yo estoy con el tío Katakraos. Que les den a esos tontoselnabo. Lo que hay que hacer es estar contento con uno mismo. Y si estás en proceso de cambio a mejor -véase lo del gimnasio- pues con optimismo porque ya estás trabajando para solucionarlo ;)
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